El despertar para Marcos es mejor de lo que pudo imaginar. Maybe, su mujer, está a su lado. Todavía duerme y se ve encantadora con su pelo revuelto y su maquillaje a medio salir, no lo tiene corrido, más bien, se le esfumó. Se mueve, al parecer incómoda, Marcos le acomoda la sábana, pero ella la tira hacia atrás; hace calor. Su cuerpo desnudo queda al descubierto y los instintos masculinos se despiertan más de lo que ya estaban.
Con su mano acaricia la mejilla de la mujer y baja, poco a poco, delineando la figura femenina. Ella abre los ojos al tiempo que se mueve como una gata desperezada.
―Buenos días ―la saluda él, sin dejar de acariciarla.
―Buenos días ―responde ella con una sonrisa.
―¿Cómo amaneciste?
―Con sed y con sueño.
Él saca del minibar un agua mineral y se la da, ella bebe un largo trago y luego, él termina de beber la botella.
―¿Y Camilito?
―Debe estar con las chicas, anoche dijeron que no nos preocupáramos, que ellas lo cuidarían hoy.
―¿De verdad?
―Sí, así que podemos quedarnos un ratito más en la cama ―le dice meloso.
Ella sonríe pícara y enrolla sus brazos alrededor de su cuello para besarlo. Vuelven a hacer el amor.
Luego de una ducha juntos, bajan a tomar desayuno. Camilito, como es de suponer, está feliz de ser el centro de atención de las chicas a cargo.
―Papá ―lo llama el niño al verlo.
―Hijo, ¿cómo amaneciste?
―Hata abua ―le indica con su dedo hacia afuera, donde se ve el mar.
―Harta agua.
―Da.
―Más ratito vamos a ir, ¿ya?
―Da.
Camilito mira a Maybe y se lanza a sus brazos.
―Mamo ―le dice.
―Hola, mi amor, yo también te amo.
―Hata abua ―le vuelve a contar a ella.
―Harta agua, sí.
―Da. Ninna.
―Sí, es muy linda el agua.
―Da.
―¿Mamo?
―¿Vamos?
―Da.
―Más ratito, tengo hambre.
―¿Bambe?
―Sí, tengo hambre.
―Da. Bambe.
Se sientan a la mesa y una de las niñas le pide brazos para llevárselo, pero el niño no quiere. Marcos lo sienta en la sillita y ahí queda feliz. Pide un trozo de pan que chupa con ansias.
―¿Abua? ―pregunta cada cierto rato, como si estuviera impaciente esperando que terminen de comer.
Salen y se sientan en la arena, al niño ya no le produce nada el contacto y se deleita jugando con ella. De pronto, quiere ir al agua y Maybe y Marcos lo toma, cada uno de una mano, y caminan al agua. Allí, juegan y lo alzan cuando viene la ola. Pasan momentos muy entretenidos hasta que Camilo se aburre y se quiere salir.
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Me haces falta
RomanceMarcos ha quedado solo con su hijo. Siente que no le hace falta otra mujer, pues sigue enamorado de Teresa; sin embargo, sabe que debe dejarla ir, pero no quiere. Maybe aparecerá en su vida, pero es totalmente diferente a él: es una chica de ciuda...