Capítulo 24

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Ambos mellizos al estar un poco más animados decidieron hacer una pequeña carrera para ver quién llegaba más rápido a dónde estaba su padre y el pulpo humano.

Ambos a pesar de ser niños un tanto serios, aún no perdían ese toque infantil e inocente. Muchos decían que esto era debido a que, al perder a su padre/madre a una temprana edad, ambos tuvieron que madurar desde entonces para poder aceptarlo.

Una vez llegaron, la primera fue Kairi y el segundo Natsu.

–¡Te gane!– exclamó esta sonriendo.

–Claro que no, solo venía distraído y te aprovechaste de eso– respondió el menor cruzando sus brazos.

Karma al verlos y escuchar su pequeña discusión se acercó a ellos y los miró un tanto serio.

–Escuchen niños, necesito que me acompañen... Debo enseñarles algo– al ver la seriedad de su padre ambos se pusieron serios y con algo de duda se despidieron de sus abuelos y siguieron a su padre hasta su auto.

Comenzaron su recorrido en silencio, aunque KoroSensei tratara de calmar dicha tensión mientras volaba a la velocidad que conducía Karma haciendo ciertos juegos a través de la ventana de los menores solo para hacerlos reír de vez en cuando. El mutante sabía que lo que iba a suceder sería algo un poco fuerte así que más vale tranquilizarlos lo más que podía.

Mientras en la casa de Kano, el dueño del lugar caminaba de un lado a otro mordiéndose las uñas de su mano derecha a la par que su padre lo veía un tanto preocupado.

–¿Qué sucede, Kano? ¿Por qué estás tan nervioso?– Se animó a preguntar, sin embargo terminó asustando al chico con solo oír su voz.

–Bueno... Es que... Papá, me envió un mensaje diciendo que... Traerá a Natsu y Kairi para que... Ya sabes... Sepan que estás... Eh eso– no encontraba las palabras para describir la situación, sin más remedio se sentó junto a su progenitor. Se encontraba demasiado nervioso, sabía cómo eran sus hermanos a la perfección y quizás creerán que es una broma de mal gusto de su padre y él o hasta quizás que su padre consiguió a una mujer demasiado parecida al peliceleste o quién sabe que más, los mellizos eran dos cajas, casi iguales, de sorpresas.

–Oh... Me hubieran avisado– respondió poniéndose nervioso. Quizás aún no se ponían en el lugar de él, pero para él era muy feo que le recuerden que en algún momento estuvo "muerto", agregando que es raro que tu último recuerdo sea de cuando te graduaste y para cuando te diste cuenta ya tienes un esposo y tres hijos. Sí, era muy raro e incómodo.

Suspiró resignándose ante todo y preparándose mentalmente para lo que pasaría, de hecho tenía ganas de hacerse bolita en una esquina a esperar a que la tierra se lo tragara pero no, se quedó firmemente sentado reuniendo todo el valor que había en él.

Por otro lado, Karma ya había llegado a la casa de su primogénito con sus demás hijos, los tres bajaron y los menores miraron extrañados a su padre.

–Escuchen... – Se agachó solo un poco quedando a la altura de ambos y así poder verlos bien –Lo que les quería enseñar no es algo... Es más bien alguien... Y... Se que les será difícil asimilarlo, pero les puedo asegurar que todo lo que está pasando es real y, repito, saben que yo no jugaría ni muchos menos bromearía con algo así... – suspiró y se reincorporó lentamente para luego los cuatro acercarse a la puerta.

Ambos mellizos se miraron inseguros, tenían miedo, pero a la vez también sentían curiosidad por los tanto no detuvieron su caminar y siguieron a su padre.

Luego de un par de minutos que se hicieron eternos tocaron la puerta, en ese instante todo el valor que el peliceleste había reunido se desvaneció sin dejar rastro alguno sintiéndose el ser más pequeño del mundo.

Ambos padres estaban nerviosos, demasiado a decir verdad. Karma por no saber si preparó bien a los menores para tal noticia y Nagisa porque no sabía qué debía hacer cuando los viera más aún por no recordarlos tan bien.

Kano simplemente abrió la puerta y Karma entró primero al hogar para luego hacer entrar a sus hijos.

Estos entraron y frente a ellos un poco alejado vieron a un peliceleste, no a cualquiera sino al que hace siete años hizo el trabajo de "madre" en sus vidas.

Sus ojos se abrieron en clara demostración de sorpresa, la pelirroja llevó una mano a su boca sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, mientras que su mellizo no salía de ese pequeño estado de shock. El peliceleste mayor los miraba en el mismo estado, sintió como miles de imágenes de ellos llegaban a su mente recordándolos casi por completo.

–¿P.. P.. Papá?– Se animó a preguntar bastante tartamudo el peliceleste menor.

Este respondió con una pequeña sonrisa.

–¡Papá!– gritaron ambos al mismo tiempo que corrían hasta llegar al mayor sintiendo sus lágrimas recorrer rápidamente por sus mejillas, el mayor se agachó y los tres se terminaron abrazando.

Por otro lado Kano y Karma sentían como sus almas regresaban a sus cuerpo y al mismo tiempo se sentían felices, resultó mejor de lo creían, por su lado KoroSensei era un mar de lágrimas por tan conmovedora imagen.

Nagisa besó la cabeza de sus dos hijos y estos se separaron mientras lo miraban con muchas lágrimas.

–¿Co.. Cómo es que estás vivo....?– trató de preguntar la pelirroja reteniendo sus sollozos.

–Eso no importa... Lo importante es que estoy con ustedes de nuevo– les dedicó una sonrisa para luego volver a abrazarlos –Y esta vez les prometo no irme... – les dijo mientras acariciaba sus cabellos. Ambos sonrieron sintiendo una inmensa felicidad, sin importarles el cómo era posible o si era verdad o no, solo querían disfrutar ese momento junto a su padre/madre, tratando de olvidar todos los años sin su presencia. En realidad no les importó nada solo el chico que abrazaban con todas sus fuerzas, volviendo a sentir ese calor tan típico y maternal en él.

"Volviste...Nagisa" •Karmagisa• |Cancelada.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora