Dos es el numero perfecto. (KOOKMIN)

Capitulo 11

JungKook se precipitó por entre las calles más recónditas de la ciudad de Seúl para llegar a su trabajo cuando se aproximaba la hora de entrada luego de haber estado en la universidad y haber vuelto a ser ignorado por quien alguna vez fue su novio, JiMin.

El muchacho al seguir insistiendo y darse cuenta de que JiMin no quería saber nada de él, entonces hizo lo que cualquier persona con dos dedos de frente haría. Decidió ignorar la idea que alguna vez estuvo con JiMin, no ignorarla totalmente porque lo consideraba como su único amor verdadero, pero al menos dejaría de seguir insistiendo y durante la siguiente semana JungKook decidió utilizar esas emergías que tenía en algo mucho más productivo como su trabajo. JungKook por las tardes era recepcionista de un hotel demasiado modesto en la zona del centro de Seúl.

Era un lugar precioso lleno de muchos establecimientos alrededor para comprar y comer, el lugar favorito de los turistas que disfrutaban de todo tipo de nuevas experiencias como un gran tráfico o una comida rápida recién hecha para continuar explorando por la ciudad. De entre varios establecimientos que había se encontraba el hotel donde laboraban los mejores amigos JungKook y Hoseok. Era imposible poder olvidar el hecho de que había estado con JiMin y todas las aventuras que vivieron juntos, pero estando en el hotel al menos podía hacer que todas esas aventuras se suprimieran de su subconsciente y pasaran a concentrarse en una cosa completamente diferente como era el hecho de trabajar.

Lo más difícil de su desintoxicación fue ver cómo las parejas llegaban a la recepción tomadas de la mano y demostrándose su amor por doquier. Por más que quisiera no podía olvidar que había un ambiente de amor que rondaba por el hotel y que, sin quererlo, le hacía recordar esas primeras veces que tuvo con JiMin. Cosas como la primera vez que se hicieron uno, su primer partido o su primer beso, incluyendo la primera vez que se veían juntos para compartir la emoción de ver un partido. Todo eso era parte de su historia y no podía borrarlo, pero tampoco podía hacer nada al respecto.

Desde esos primeros días, cuando JungKook solía estar en la universidad hacía todas aquellas cosas que hacía cuando no conoció a JiMin. Volvió a ser coqueto con algunas chicas, les sacaba su número de teléfono y luego los botaba a la basura simplemente por el gusto d son perder ese toque encantador que le gustaba de sí mismo. También volvió apostar con Momo a escondidas de los profesores y ganaba cantidades grandes de dinero como en los viejos tiempos, solo así pudo cubrir la deuda que aún le tenía a Hoseok.

JungKook volvía a ser como era antes, lo al menos eso pretendía ante el ojo público, pero sentía que algo le faltaba por más que intentaba llenarse la vida, algo le estaba faltando y ese algo era JiMin. Por suerte para todos el único que se la estaba pasando horrores con la vida no era nada más JungKook, sino también JiMin se estaba llevando la peor parte.

Había descubierto muchas cosas más a raíz de que enteró del propósito de esa apuesta entre JungKook y Hoseok. Hubiera sido una pena que sus amigas no le hubiesen contado con toda honestidad lo que vivieron al lado de JungKook. Él las usó para cumplir algún propósito o una apuesta al igual que le sucedió a JiMin.

Tampoco este muchacho pudo olvidar todo lo que vivió con JungKook porque todo parecía ser como en un cuento de hadas, pero se dio cuenta por fortuna que los cuentos de hadas no existen y si existieran no estarían protagonizados por mujeriegos conquistadores como JungKook.

A JiMin no le quedó de otra que tratar de seguir con su vida como si nunca lo hubiese conocido. Si en verdad quisiera estar con un patán y mentiroso como JungKook no le hubiera importado la verdad de la apuesta, pero debido a que, si le importaba y mucho, entonces no quería ni pretendía escuchar una sola palabra de él. Concentrarse en su trabajo también fue una buena técnica para distraerse de toda la realidad amorosa que estaba enfrentando.