Capítulo 2

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Había salido de la oficina de su profesor de pociones demasiado alterada. ¿Cómo era posible que Dumbledore le quisiera encomendar esa tarea?
Estaba demasiado confusa. Sobretodo por el hecho de que se lo comunicara mediante Snape y no él  personalmente. En fin, después de todo, no había sido tan mala la visita a su profesor. Y mucho menos cuando pudo sentir su aliento en el cuello. Lo había disfrutado en un par de ocasiones en el aula de pociones cuando supervisaba su trabajo. Aunque en el fondo ella siempre tenía la sospecha de que lo hacía a propósito. De alguna manera, su brillante cerebro tenía esa espinita. Snape siempre ha sabido 'algo' acerca de eso. Incluso teme que se haya metido alguna vez en su mente, por ética, no estaba permitido, pero si Snape se saltaba las reglas quitando puntos por cruzarte en su camino, ¿por qué no las iba a romper metiéndose a su mente?, además, era un excelente oclumántico.
Él solo pensar que eso sea posible, la mareaba y la hacía sudar. Temía mucho que un día se descubriera la verdad de sus sentimientos.

Pronto estaba de nuevo en la sala común de su casa, decidió quedarse en el sofá sentada un rato.
¿Cómo podría ser protectora de Harry?

Se comió una rana de chocolate y enseguida apareció la figura del mago rey en la cajita.
Snape.
Claro, como si no tuviera suficiente ya de él.

Recordó que tenía que ir al despacho del director al día siguiente temprano, dió el último mordizco a su chocolate, se levanto como un resorte del sofá y se sacudió las manos frotandoselas para quitar restos del chocolate.
Miró por última vez la caja, ya no estaba Snape. Ya no estaba ni en una maldita caja el hombre de sus sueños.

Suspiró y pronto el cansancio de la semana apareció y deseó su cama más que nunca.

Tiró la envoltura y se fue a la cama, como todas las noches, esperando verlo en sus sueños.

....

No era un secreto que muy pocas veces dormía bien. Sus marcadas ojeras lo delataban, sin contar que todas las mañanas en el desayuno Minerva lo reprendía por tomar tanto café.
Estaba harto de esa cantaleta, pero se quedaba callado. A muy pocas personas les toleraba eso. Albus, Minerva y Lucius.
Albus era su jefe, compañero y un padre para él. Minerva, prácticamente lo regañaba más que su madre pero era porque la mujer se preocupaba por él. Definitivamente le tenía mucho cariño. Cuando enfermaba, ella lo obligaba a descansar, le llevaba la comida a sus aposentos y pociones de la enfermería, cubría sus clases y en las noches hacía sus rondas. Cuando no comía se daba cuenta y lo obligaba más tarde o cuando no dormía para nada, le daba de esos tés muggles.

Y precisamente ya ansiaba uno de esos en el desayuno. No concilió el sueño en toda la maldita noche.
La idea de que de ahora en adelante Granger será no sólo su alumna sino 'compañera de misión' lo ponía a pensar.

Pasarían bastante tiempo juntos. Bastante, a decir verdad. 
Ya no podía negar que sentía una atracción malditamente grande por ella.
Cuando estaba en clase con ella, quería buscar algún pretexto para ir a su lugar y estar cerca de ella.
Ya no sabía qué más hacer para tener un mísero momento con ella, aunque no supiera ni le dijera nada, con sólo verla le bastaba.
La había castigado, la observaba en en Gran Salón tomar los alimentos, en los jardines, incluso sabía que en tiempos de exámenes le gustaba ir a estudiar al lago negro. Cuando estaba cansada se aflojaba la corbata, desde hace un tiempo había optado por traer desabotonados los dos primeros botones de su camisa blanca, en vez de calcetas largas usaba medias negras transparentes con unos zapatos negros con unos 5cm de tacón. La pregunta era ¿por qué?, cuando la veía con Potter le hervía la sangre, su estado de ánimo empeoraba. La sola idea lo enfermaba y le daban ganas de empinarse botellas de whisky.
Sin duda era una señorita hermosa. La más linda e inteligente de su generación, fue la primera en desarrollarse bastante rápido por dentro y por fuera.

Sacudió su cabeza y se levantó de una buena vez de la cama.
Fue al baño y se duchó. Se afeitó y se vistió.
Todos seguían dormidos seguramente.  Dumbledore los había citado exageradamente temprano y bien pudo habérselo comunicado por un pergamino pero ahí estaba él. Haciendo todo para verla y estar con ella.

Ya estaba listo y apenas eran seis y media, la cita era a las siete y tardaba en llegar al despacho diez minutos.
Odiaba estar sin hacer nada así que se puso a revisar ensayos de los ineptos que tenía por alumnos.
Mala idea.
El segundo era de Hermione y el tercer ensayo en revisar fue precisamente el de Potter, qué, casualmente tenía cinco respuestas redactadas igualmente a las de Granger. Buscó el de Weasley y tenía las mismas pero con más faltas de ortografía. ¡Tarados!, recibirán su merecido.

Suspiró y se recargó en la silla frotándose el puente de la nariz.
Tenía temor de que Granger aceptara ese trato. Era extremadamente peligroso y no quería que le ocurriese nada. Ya bastante tenía con proteger al señorito Potter.

Vio el reloj de nuevo y daban las seis treinta y cinco.
Al diablo, seguro el viejo tenía algo de que hablar. Mejor que estar pensando en ella y alterándose.
Salió de su despacho y puso hechizos de protección a su puerta.
Iba con un humor de perros, hasta que recordó que ese día llegaban los alumnos de los dos Colegios asignados para el Torneo de los Tres Magos. Con algo de suerte, se topaba con Jessica, una ex colega con la que sostiene una relación que solo conlleva sexo. Le serviría de distractor.

Cuando llegó al despacho se encontró con una enorme sorpresa.
Hermione, ya estaba ahí. Y, o era su imaginación o lo que había pensado en su despacho, pero estaba más hermosa que nunca.
Llevaba unos jeans negros ajustados y unas botas pequeñas grises con tacón no muy alto pero de aguja, eso con un suéter gris de manga larga pero con un pequeño escote en V en la espalda. Se había maquillado ligero y su cabello iba recogido en un moño elegante. Hasta que pensó que tal vez iba a hacer algo en especial.

— Severus, estábamos esperándote la señorita Granger y yo.— saludó el viejo con una de sus sonrisas radiantes.

— La espera terminó, Albus, estaba ... Arreglando unos asuntos.— maldito mentiroso, en realidad lo único que ansiaba era llegar para estar cerca de ella de nuevo.

— No importa, de todos modos aún así es temprano.— dijo Albus.— Cambio de planes.

— ¿Qué tan graves?— comentó Snape situándose al lado de Granger, lo ponía dudoso que desde que llegó no lo había volteado a ver ni una sola vez. En cierto modo eso lo enfadaba.

— Resulta que hoy temprano he recibido una lechuza del Ministerio y tengo que presentarme urgentemente. Desistí a hablar con la señorita Granger por que casualmente ella también tenía permiso para salir hoy al mundo muggle.— dijo dándose vuelta para ir por un caramelo de limón y el no dudó en aprovechar ese momento para ver de reojo a Hermione, le sorprendió que tenía la mirada en en suelo y un ligero rubor cubría sus mejillas.— ... A comprar su vestido para el baile de Invierno y estaba pensando que la podrías acompañar como su guarura y también para explicarle todo este asunto.

Y sintió como un balde de agua helada le cayera encima.
Se había quedado en que él tenía que ir al Ministerio a Merlín sabe qué y fue cuando se puso a observar a Granger.

¿Pero qué carajos? Faltaban cinco meses para el maldito baile.

—¿Que quieres que haga qué, perdón?

— Lo que oíste, Severus, es una orden.

— Profesor ... — habló ella.— Sinceramente y con todo respeto será algo raro para mí estar escogiendo vestidos con el profesor más exigente de Hogwarts.

— Ah, señorita Granger.— dijo Dumbledore suspirando risueñamente — El profesor Snape tiene un excelente gusto en eso.

Claro, seguramente escoge los vestidos de sus novias.

Se había puesto algo celosa con ese comentario.

Snape estaba a punto de reprochar ese comentario, pero al ver la reacción de celos en Granger lo único que quiso hacer fue reír.
Le causó tanta ternura que casi pudo haberla abrazado en ese momento.

—De acuerdo, señorita Granger, la ayudaré a escoger su vestido si me promete no parlotear de sus gustos en la moda todo el camino.— dijo jalándola del antebrazo y sonriendo de lado.— Vamos.

Kiss Me Hard Before You Go💋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora