4 - Arno x Tú (Assassin's Creed Unity)

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Holap! Bueno pues hoy es el turno de nuestro asesino francés favorito, ¡Arno Victor Dorian! ¡Comencemos!

Arno Dorian, dueño de las grandes industrias Dorian. Multimillonario, guapo, siempre conseguía lo que quería, ¿ya dije que era guapo? Bah, ¿qué digo? Muy atractivo, pero muy engreído, y, para terminar, mi "amado" jefe.

Comencé a trabajar en las industrias Dorian hace un año aproximadamente, siempre en el mismo cubículo, las pequeñas cuatro paredes que formaban mi pequeño mundo dentro de ese gigantesco otro mundo. Nunca crucé palabras con mis demás compañeros, todos nos concentrábamos en nuestro trabajo, no podíamos cometer errores, si eso llegaba a pasar veríamos el mismísimo infierno gracias al señor Dorian. Aún recuerdo lo que le pasó a... ¿Cómo se llamaba? Ah, sí. Élise.

(Flashback)

-¡¿Pero qué clase de mierda es este trabajo?!-Gritó Arno.

-Yo... Lo siento señor.-Respondió Élise, tímida y atemorizada.

-¡Lo siento!-Gritó.-¡¿Crees que con un lo siento me traerás todo ese dinero que me hiciste perder?!

-No, señor... Yo, es sólo que...-Intentó decir Élise.

-¡¡¡Es sólo que nada, estás despedida!!!-Gritó mienras lanzaba los papeles de Élise al aire.-¡Cualquiera de ustedes, llame a alguien para que limpie toda esta mierda!-Gritó haciendo aspavientos mientras caminaba hacia su oficina.

(Fin del Flashback)

De sólo acordarme se me pone la piel de gallina, pobre mujer... Aún la recuerdo llorando y rogando en el suelo por que no la despidiera. Este jefe mediocre que solo quiere ganar, su mala personalidad, su pelo, sus hermosos ojos, su rostro serio y calmado, su aroma, su escultural cuerpo...

¡¿Pero qué mierda estoy diciendo?! ¡No estoy enamorada de mi jefe!

El teléfono sonó entonces, haciendo que saliera de mis pensamientos.

-¿Qué? ¿Dónde? ¿Cuándo?-Agité mi cabeza, cogí el teléfono.-Buenas.

-Venga inmediatamente a mi oficina.-Y colgó.

-Esto debe de ser una broma.-Me dije a mí misma.-El señor Dorian quiere verme, ay Dios, que no me despida.-Comencé a rezar en voz alta.

Me levanté de mi silla y caminé hacia la oficina de Arno, las piernas me temblaban, nunca me había llamado, y solamente había hablado con él en dos ocasiones, y sólo eran "buenos días" que nunca eran correspondidos.

-Bueno... Aquí estoy.-Susurré cuando me hallaba frente a la puerta de su despacho.-Por Dios que no me despida...-Rogué.

Toqué la puerta.

-Adelante.-Escuche su voz, la cual me hizo estremecer.

-¿M...Me ha llamado, señor?-Pregunté.

-Adelante señorita ____.-Dijo Arno mientras observaba a través de su cristalera los coches que pasaban por la ciudad.

-De acuerdo.-Dije, cerrando la puerta tras de mí.

-¿No crees que ahí fuera existen millones de mujeres?

-¿Perdón?-Dije, sentándome en una gran silla de cuero negro.

Arno se giró hacia su escritorio, no sin antes darme una mirada. Me sentía incómoda ante esa mirada, nunca había visto a Arno así.

-Señor Dorian...-Comencé.

-Por favor ____, llámame Arno.-Me interrumpió.

-Pero señor Dori...

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