オペ - IV

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Encerrado en su oficina, no dejaba de pensar en aquel paciente que jamás creyó tener... 

La vida pude ser muy hija puta a veces, te quita lo que más quieres y en un momento, cuando pareces superarlo y estar bien, te recuerda lo que te arrebato alguna vez. 

¿Qué clase de infierno es el que nos toca experimentar desde que nacemos? 

¿Qué clase de enfermo juego es este?

Que nos da lo mejor en cortos momentos y nos vuelve dependientes de ello, como una droga... Y luego nos los quita para reírse en nuestra cara. 

Hidan salió rápidamente de la habitación y camino sin detenerse directo a su oficina para encerrarse en esta, no sin antes toparse con Ino, a la cual le exigió que no quería ser interrumpido. 

Al llegar se aflojo su corbata y saco su teléfono del bolsillo para realizar una llamada urgente. 

— Deidara... — Dijo exaltado tan luego como aquella persona tomo su llamada.

— Pensé que llamarías más noche... — Respondió su amigo. 

— Ka-kakuzu.. Se trata de Kakuzu. — Dijo nervioso, mientras se sentaba en su silla tras su escritorio y con la otra mano, se peinaba su cabello plata hacia atrás. 

— Pensé que ya lo habías superado, hm. — Dijo en tono de burla Deidara, sin aun entender el estado de impacto de su amigo. 

— No, no es eso... Bueno si, ya lo había superado, pero... Joder... no sé como decir esto. — 

— No me hagas perder el tiempo y suéltalo, me estas asustando. — Exigió, empezando a percatarse del tono agitado que tenia el otro en su voz. 

— Esta aquí... — Dijo en un murmuro.

— ¿Como? — Pregunto confundido el otro. 

— Es... yo... Esta aquí en el hospital. — 

— ¿Te lo encontraste?, ¿te dijo algo?, ¿hablaron?.. — Cuestiono curioso, pero Hidan solo suspiro y tratando de contener sus lagrimas, con voz temblorosa dijo: 

— No, no, no... Es que... —

— Habla claro Hidan, no te estoy entendiendo nada. —

— Esta en coma, internado... — 

— ¡¿Qué?! — Exclamo, impresionado por lo que decía el albino. — ¡¿Como es eso?!, ¡¿Estás seguro?! — 

— ¡Es él, yo lo vi!, esta en coma desde hace unos 6 años... — Confeso, soltando por fin esas amargas lagrimas que tanto se rehusaba a liberar. 

— No comprendo... ¿Cómo que desde hace unos 6 años? — 

— Deidara... No sé que hacer... Me siento mal. — Dijo notablemente devastado.

— Oye, oye... Viejo, tranquilízate... — Intento consolar Deidara, pero sin éxito alguno.

— Todo este tiempo... Ha estado ahí... y yo pensando... — Lloro, mientras sentía como su nariz se congestionaba poco a poco.

— Hidan... — Susurro con lastima.

— Soy un ... — 

— Oye no... tu no lo sabias... — Consoló. 

— No sé que hacer... — 

(...) 


Isha no shiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora