El fin del fuego

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-Mi señor Whoktz, hemos tenido problema con tres de los guardianes, escaparon.- Una voz quebradiza fue audible ingresando a un suntuoso y oscuro salón. –Hicimos lo posible por encontrarlos, mis mejores hombres siguen en su búsqueda. Ofrezco una disculpa mi señor.-

Una silueta humana fue visible gracias a la luz del fuego que ardía vigorosamente en la chimenea central. Su voz, lenta y ronca inundo el recinto.

-Debo considerar profundamente el hecho que tengo a mi lado una jauría de ineptos buenos para nada y por lo tanto se hace necesario un castigo ejemplar. Dime comandante supremo, ¿cómo os gustaría morir?-

-¿Mi señor?

-¿Qué método será más rápido? Ah sí. Me has dado una maravillosa idea comandante.- Un toque de campana fue suficiente para alertar a los soldados fuera del salón. –Traigan a mi mascota.-

Pasos acelerados se escuchaban en todos los rincones del lugar; finalmente una gran puerta de cedro al final del pasillo se abrió de par en par. Dos grandes hombres arrastraban a un joven rubio y lo lanzaron en la mitad del salón.

-El guardián del fuego. David Ruales. ¡Qué maravilla! Supongo, eres un torpe usando semejante poder. Pero, no te preocupes. Hoy vas a tener tu primera lección.- Concluyó con una macabra sonrisa el líder de los fomorianos.

El joven asustado levantó la mirada y observó alrededor. Un hombre alto, vestido de negro, con abundante barba y una mirada sombría le miraba detalladamente. A su izquierda el comandante palideciendo de espanto. Ya suponía cuál sería su destino.

Whoktz levantó al muchacho. –Ven aquí, necesito un favor. Toma mi mano David Ruales.-

El joven se negó, estaba asustado.

-¡Levántate ahora mismo David Ruales o serás el primero en morir! – Gritó Whoktz mientras agarraba del cuello al muchacho y lo ponía frente al comandante.

-Ahora, quiero que carbonices a este bueno para nada. Quiero ver como el fuego fluye por tus extremidades directo a su cuerpo. Quiero escucha como se le va la vida mientras arde su carne. Hazlo ahora mismo o mueres guardián del fuego.-

-¡No puedo! ¡No soy un asesino!- Lloriqueó David.

En ese instante el líder de los fomorianos agarró violentamente a David y lo lanzó contra la pared. –Hazlo ahora o mato a tu madre frente a ti, vas a ver como salen los ojos de sus cuencas y se los tiraré a mis perros y así poco a poco con cada una de sus extremidades.- Al escuchar esto, David entró en pánico, se levantó tambaleante y con lágrimas en corriendo por sus mejillas se dirigió al comandante: -Lo siento, no quería hacerlo.- Terminando de decir esto levanto sus manos y haciendo un movimiento rápido desde su pecho al frente, lanzó una gran bola de fuego que impactó directamente en el abdomen del comandante quien gritaba desesperadamente pidiendo piedad.

-¡Oh!- Hizo una pausa. -¡Música para mis oídos!- Concluyó Whoktz cerrando sus ojos.

El olor a carne quemada invadió el suntuoso salón completamente. David estaba devastado. Algunas brasas eran visibles en el lugar donde yacía el comandante. Las observó y reuniendo un poco de valor se dirigió al líder de los fomorianos:

-¿Puedo ver a mi madre? ¡Por favor!-

-¡Estúpido muchacho! Tu madre reposa en las vísceras de mis perros desde hace días.-

David palideció.

-Pero no te preocupes querido muchacho. Hoy mismo le harás compañía. Después de perder tu poder no servirás para nada. Ahora saquen a este imbécil de aquí.- Concluyó sonriendo maliciosamente.


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⏰ Última actualización: Jan 24, 2018 ⏰

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