Era la tarde del segundo día cuando Samantha Murdock regresaba de su trabajo hacia aquel hotel rodeado por grandes cantidades de nieve; sin mas suspiró con un deje de frustración, rodeando su cuerpo con sus brazos pese a la cantidad de ropa que llevaba puesta. Estaba frustrada (sí, que lo estaba) y desde temprano en la mañana aquella idea no le había dejado en paz ni por un segundo.
─Damn it!─ Masculló entre dientes, casi que con molestia mientras ingresaba en aquella edificación, moviéndose grácilmente por los pasillos.
Después de todo el día de hoy no se sentía con ganas de chocar con otro ser humano y terminar desquitando sus emociones con este. "¿Por qué esa tonta idea no le dejaba en paz?" pensó sacudiendo la cabeza en lo que entraba en su habitación; fue allí que al verse completamente sola bufó con fuerza, mientras comenzaba a deshacerse de sus capas de ropa. Cuando acabó con ello, solo se dejó caer en la cama, con la cara contra la almohada.
¿Sería una mala idea?
¿Si el chico se enteraba se molestaría?
Muchas mas cuestiones como esas se pasearon por la mente de la rubia durante largos minutos, esos en donde no dejó de moverse sobre aquella cama, aquellos en donde suspiraba o de lleno bufaba al sentirse indecisa, esos mismos en donde le daba mil vueltas y analizaba las opciones de tan disparatado pensamiento. Tan solo se detuvo en cuanto su vista acabó posándose sobre aquel traje de combate color violeta (ese que sin motivo había sacado en la mañana), para quedarse observándolo por unos instantes.
[¿Acaso los heroes podían dudar?]
Sin notarlo Murdock se sentó en la cama, sin apartar ni un poco de su vista de la prenda.
[No, no solo el manto hacía al héroe]
La fémina no tardó en ponerse de pie y deshacerse de la ropa que llevaba.
[El héroe es aquel que protege a los suyos por encima de cualquier cosa]
De igual forma no demoró en vestirse con aquel traje, llena de una peculiar determinación se dirigió hacia la puerta.
"No estoy buscando perdón por algo que hice..." Aquella frase tan común de su padre pasó rápidamente por sus pensamientos.
─...Estoy buscando perdón por lo que haré...─ Habló con firmeza antes de cerrar aquella puerta tras de si.
Y quizá mas de uno le habría visto extraño en cuanto se percataron de sus ropas, otros quizá habrán cuchicheado a sus espaldas por su estrafalaria actitud, y quizá ella misma les habría prestado un poco de atención de no ser porque avanzaba apresuradamente por los pasillos del hotel el busca de una habitación en especifico.
Quizá estaba un tanto loca por golpear tan fuerte la puerta.
Quizás la expresión de enfado de Alice le indicaba que acababa de despertarle de su siesta.
Puede que su expresión firme y seria, provocaran que el gesto de la otra cambiase.
Y que su petición para que le ayudara a dar con un desagradable criminal, hiciese que el gesto de la mayor se endureciera mucho mas.
¡Estaba segura de que era una locura!
Pero bien se dice que por amor se cometen los actos mas dementes.Y también que los testarudos Murdock no se rinden hasta tener a los suyos a salvo.
Después de todo, ya no era mas la niña que necesitaba ser sostenida con fuerza. No planeaba serlo mucho mas...