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LISA

Sinceramente, me da miedo enamorarme, bueno, me da miedo muchas cosas y que me guste una persona es una de ellas. Así que les contaré la razón por el cuál tengo ese temor.

Estaba en segundo de secundaria, tenía un novio llamado Liam, era un chico muy guapo. A él no le gustaba que yo fuera tan agresiva, así que cambie mi forma de ser y con ella, también mi apariencia, me hice muy aniñada, lo sé, era una niña pero digamos que no me comportaba a mi edad.

Un día fuimos a un parque de diversiones, me dijo que estaba saliendo con alguien más, termino conmigo con las peores palabras "nunca me has gustado, todo fue una apuesta con mis amigos". Y lamentablemente lo tuve que ver al día siguiente. Ahora les diré la razón por la cuál le conté todo esto.

Cuando la recepcionista le llamó a Jonathan, no me quedó de otra más que ir a buscar la habitación. ¿Para qué quería esa mujer a Jonathan? Se ve que tiene miles de años, bueno, no tantos y peor aún, es muy bonita.

Basta Lisa, eso no es de tu incumbencia, a parte no te importa la vida amorosa de él. Rodé los ojos. Dejé de caminar y abrí mis ojos. ¿O si?, no será que... Sacudí mi cabeza, necesito mi siesta de todos los días.

Entré en el cuarto cuando lo encontré, sin embargo, no dejaba de pensar en qué estarán haciendo. ¿Debería ir a ver?, ¿a él también le gustó?, ¿se abran besado? ¡No puede ser Lisa, te gusta Jonathan! Encendí la televisión buscando alejar mis pensamientos, pero fue en vano. ¿Desde cuándo me siento así?

La puerta se abrió dejando pasar a Jonathan, lo miré "sin importancia", no quería que sospechara en lo más mínimo. Después regresé mi vista al televisor—¿Te divertiste con la empleada? —dije sin mirarlo. Demonios, ¿fue muy obvio? Ahora mismo estoy demasiado nerviosa.

—¿Qué? —escuché sus pasos acercarse. Seguí aún sin verlo. Se sentó a mi lado y me miró, a lo que me ponía más nerviosa.

—No me mires —fue la primara palabra que estaba en mi mente y al parecer hablé en voz alta. Pero él aún me seguía viendo. Mis mejillas se estaban poniendo calientes, en señal de que se iban a volver rojas, por lo cual, entré en pánico —¡No me mires, maldita sea! —me levanté y rápidamente me encerré en el baño.

Me senté en la tapa del baño y me puse a reflexionar. Desde cuando me siento así por él, tal vez desde que me apoyó con lo de Liam. Jamás lo había visto hablar con una mujer y mucho menos que fuera muy guapa. ¡Ahg!, por qué me dí cuenta hasta ahorita.

Salí de el baño, él estaba acostado en la cama. Yo caminé a ésta y me senté—Lo siento —me miró extrañado.

—Tranquila, sé porque te pusiste así —abrí mis ojos, dejé de mirarlo y no dije nada—. ¿Por qué no me lo habías dicho antes?

—Porque ni siquiera lo sabía —no me quedaba de otra más que aceptar que ya lo sabía, estaba tan avergonzada. He destruido nuestra amistad.

—¿Cómo que no sabías? —eso sonó muy egocéntrico de su parte—, cómo no vas a saber que te gustan las mujeres —parpadeé varias veces y lo miré indignada.

—¿Qué? —me miró raro. Era decir que sí, o decir que no y que me haga unas preguntas incomodas respecto a por qué me había puesto así—. Quiero decir... lo descubrí hoy.

—¿Hoy? —menos mal que no sabe que me gusta. Asentí.

—¿Cómo dedujiste eso? —se encogió de hombros.

—Noté que te molestaste porque me quedé con la recepcionista —le hice un gesto de que prosiguiera—, así que pensé que te pusiste celosa porque te gustaba ella —por qué demonios no se le ocurrió que tal vez era por él, este chico es muy tonto. Como sea, mi secreto estaba a salvo por ahora.

—Bien —le sonreí y él hizo lo mismo—. Vamos a comer algo —asintió. Nos levantamos de la cama. A unas pocas cuadras había un restaurante. Así que fuimos a ese lugar. Nos sentamos y pedimos nuestra orden.

Entonces, me percaté que sólo éramos nosotros dos en una mesa, sin un amigo más. En general, siempre que íbamos al cine nos acompañaba uno de sus amigos, Isac. Pero un día, sin más, dejo de ir, por lo cuál, invitamos a otra persona. Pero jamás íbamos solos.

—Lisa —me llamó Jonathan sacandome de mis pensamientos haciendo que lo mirara—, tengo el número de la recepcionista —me lanzó el papel sobre la mesa. Rodeé los ojos y desvíe la mirada. Ese chico es tan tonto. Siempre pensaba en cómo insultarlo cada mañana y al parecer no me ayudó en mucho que digamos. No sé ni cuanto tiempo me ha gustado. Bueno, jamás había pensado o imaginado que fuera Jonathan la persona que robaría mi corazón.

—Así que no te interesa —negó. Sonreí, pero dejé de hacerlo en sólo imaginar si él era... —. ¿Eres gay?

—No —frunció en ceño—. Aún que, un día estuve en una relación homosexual —lo miré con los ojos abiertos—. Tranquila, yo nunca supe que él era mi "novio" —hizo comillas con los dedos—. ¿Recuerdas a Isac? —asentí— Él creyó que salíamos en una cita cuando íbamos al cine. Un día intentó besarme y se lo negué. Así salió que éramos novios y no se que tanto... —levanté una ceja y reí.

—Es por eso que dejó de ir con nosotros —asintió.

Después de cenar, Jonathan se dirigió a pagar, dejándome sola. Sonreí y miré una de las televisiones que había, estaban trasmitiendo una película que nunca había visto. Jonathan volvió con una sonrisa en su rostro—Me encantó la cena.

—Me encantó esta cita —le contesté atontada viéndolo, me percaté que se veía incómodo y, entonces, me di cuenta en lo que había dicho—. Es decir... —miré de nuevo la televisión—, la cinta, es muy buena esa película. Mira como pelean y hacen piruetas y... sólo vámonos.

The day everything went to hell ¡EDITANDO!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora