-No! Luna no vayas! -gritó Nina para detener a su necia amiga.
La mexicana se dirigió a paso firme hacia la zona donde se encontraba la división de los Slider's, detrás de ella Nina y Simón la seguían para evitar que cometa una locura.
-¿Quién es Emilia? -preguntó Luna pasándose frente al grupo de patinadores.
Los patinadores congregados ahí voltearon a ver a la recién llegada, algunos lograron identificarla pues la vieron patinando junto a los de Jam and Roller, pero otros simplemente la ignoraron.
-Luna... -susurró entre dientes su tímida amiga al ver como todos los miraban-. Mejor vámonos.
-¡Soy yo! -la voz de una mujer interrumpió a la experta en patín-. ¡Oh! Pero si es la niña llorona... -soltó con sorna.
La mexicana que en todo momento estaba mirando al frente dio unos pasos hacia la patinadora que estaba hablando, se paró a un metro de ella y le propinó un certero golpe en el rostro que la mando a volar hacia sus compañeros.
-¡No lo toques! ¡Nunca vuelvas a tocarlo! -gritó totalmente enardecida, y vio como los otros patinadores les ponían toda su atención.
Simón le había contado lo ocurrido con Matteo en el Black South College, pero por lo de la competencia no pudo hacerlo antes. Camino hacia la mujer que se tocaba la zona afectada y parándose con el ceño fruncido la examinó unos instantes.
-Vaya... -la agredida escupió la sangre que emanaba de sus labios, todo había pasado demasiado rápido-. No pensé que ese chico sería otro llorón... -y rió a la vez que se incorporaba con ayuda de un compañero suyo.
-Eso es todo. -dijo la mexicana y sin más volvió sobre sus pasos-. Nos vamos. -ordenó a su compañeros, que la siguieron inmediatamente.
-¡Hey! -llamó la chica agredida limpiándose los restos de líquido vital-. No me has dicho tu nombre. -la rosa frenó sus pasos más no volteó.
-Soy Luna Valente. -su voz sonó seca, propio del momento-. Ha sido un gusto. -y sin mas volvió a caminar alejándose del lugar.
Los patinadores que habían presenciado esto, estaban desconcertados, una patinadora aliada venía y sin más golpeaba a uno de los suyos. Hubieran saltado a defender a su compañera, pero vieron en ella una sonrisa extraña, como si le hubiera gustado aquel golpe...
-¡Señorita Emilia! -un patinador mayor se acercó y trato de ayudarla-. Debería...
-No... -por más ofensivo que haya sido aquel golpe, había visto algo en la chica, algo -o alguien- que la motivaba a hacer eso-. Déjala, tiene sus razones. -y volvió hacia su grupo dejando mudo a su camarada.
******************************************
(Minutos después)
-¡Estás loca! -la Simonetti no salia de su estupor-. Somos rivales, no debiste golpearla! -espetó histérica pensando que ese golpe podía hacer que la descalificarán de la competencia.
-La fea hizo bien. -intervino por primera vez Simón, ganándose una mirada de muerte de la mexicana-. Solo defendió lo que ama. -culminó con simpleza, causando que esta se ruborizara.
Nina miro a su amiga, durante el trayecto de regreso estaba demasiado callada para su gusto. Adelantándose unos pasos la detuvo, se le hacía raro que no haya golpeado a Simón por tremenda indiscreción y eso llamo su curiosidad.
-Luna. -la aludida desvío la mirada, cosa que Nina interpretó rápidamente-. Tu estas enamorada de Mat...
-¡Basta! -gritó recuperándose, realmente Simón era muy buena onda y todo pero en este momento estaba siendo muy molestoso y, su mejor amiga no se quedaba atrás-. No hablaré de eso. -acto seguido se cruzó de brazos y soltó un "Hmp!" a la vez que sus mejillas se tenían de carmesí.
Los acompañantes se dieron una mirada y comprendieron todo. No volvieron a insistir, pero sonrieron al pensar que había sido admirable lo que Luna hizo por el chico que amaba. Nina sospechaba algo desde hace mucho, pero no quiso hacer preguntas al respecto y Simón, había visto algo especial, un brillo en los ojos tanto en Matteo como en Luna, algo que obviamente no era solo amistad.
Fue algo muy bonito, definitivamente ellos estaban hechos el uno para el otro.
******************************************************************
(Años después)
La señora Balsano caminaba por el Jam and Roller, ahora reconocida por ser una de las academias de patinaje, las personas le saludaban alegremente a su paso por cada sitio ya que era querida por todos los patinadores al igual que su esposo, Matteo Balsano, el gerente de la prestigiosa academia, y su pequeño hijo.
—Buenos días Luna. -una voz interrumpió el trance de la mexicana-. ¿Cómo has estado? -su voz se volvió más amigable.
—Hola Emilia -sonrió la mujer, la había tomado por sorpresa—. Pues muy bien, gracias. —agregó contenta la esposa del gerente, realmente se había alegrado de ver a la ex-patinadora de los Slider's.
—Vaya, ya ha crecido más. —dijo al ver la enorme barriga de Luna—. ¿Ya sabes que será? —preguntó con mucha curiosidad.
—Será una niña. —y sus ojos brillaron de alegría. Luna y Matteo esperaban a su segundo retoño.
—Me alegro mucho por ustedes. —felicitó a la mujer, pero había algo que había querido decirle hace mucho y no había tenido oportunidad, aquel incidente de hace años—. Yo...yo lamento haberme desquitado con tu esposo aquella vez. —su voz adquirió un tono de culpa—. Estaba furiosa, y no medí las consecuencias.
—Tranquila. —la mujer de cabellos rosas puso una mano en el hombro de la morena—. Él nunca te culpó, y yo no tengo por que hacerlo. —la calmó, en verdad eso era pasado.
—Sin duda Matteo tiene un gran corazón. —admitió la morena con una sonrisa en el rostro.
Luna solo esbozó una sonrisa en los labios, recordaba como Simón le dijo que Matteo había aguantado una paliza de los amigos de Emilia para proteger a Gastón y eso solo hizo que ella admirara más al italiano. Acciones como esa solo demostraba cuán grande era el corazón de su esposo para con sus seres queridos.
Hablaron trivialidades un rato más, pero pronto la mexicana recordó que debía ir a casa.
-Si me disculpas, tengo que ir a casa.Nos vemos.
Luna se despidió y vio como Emilia se iba a saludar a otros patinadores. Dio un suspiró y continuó hacia la mansión Benson, cuando de pronto vio a dos italianos correr por los una calle paralela.
- ¿Qué demonios? -se preguntó, siguió caminado y ahora vio a los mismos patinando en un parque.
La mujer solo sonrió mientras negaba con la cabeza, sus dos amores eran un sin fin de energía, pero ella estaba más que feliz por que le encantaba ver jugar a Matteo con su pequeño hijo.
Mas bien el italiano mayor le estaba enseñando a patinar al menor. Pues Matteo quería que su hijo sea un buen patinador, incluso mejor que él mismo.
Luna solo los veía de lejos. Ellos lo eran todo para ella... Sin ellos no sería tan feliz como lo es ahora.
"Y, ¡Ay de quién se atreva a tocarlos!"
***Fin***