Capítulo 17

9.8K 1.4K 92
                                    

-Rápido, papá, están a punto de llegar.

Cada vez que invito a los muchachos a casa, Joy no deja de incordiar día tras día, así que esta vez se lo he dicho solo unas horas antes de que lleguen. Les he tenido que pedir que traigan todo lo necesario para la barbacoa porque si Joy me viese comprando carbón y carne en grandes cantidades ya se habría dado por enterada. Aún así, lleva todo este tiempo persiguiéndome por toda la casa y recriminándome que no la haya avisado antes.

-Si llegan y todavía no estoy listo, que se esperen - le digo terminando de afeitarme sin ninguna prisa -. O que empiecen con la comida. Saben perfectamente dónde está todo.

La miro a través del espejo mientras hablamos y veo cómo abre los ojos espantada, como si lo que acabo de decir fuese la cosa más horrible de este mundo. Y puede que para ella lo sea porque nos ha visto hacer tantas barbacoas en casa desde bien pequeña, que ya lo ha asumido como una especie de tradición y no concibe que se haga de otra forma que no sea la de siempre.

-Pero tú eres el que siempre prepara la comida - sus palabras solo confirman mis sospechas y yo me limito a sonreír -. Nadie puede ocupar tu sitio frente a la parrilla.

-Está bien - le concedo saliendo del baño -. Voy a terminar de vestirme y ya bajo. Si llegan, entretenlos en la cocina. Estoy seguro de que sabrás lo que hay que hacer para que todos se sientan como en casa.

-Voy a prepararlo todo.

Sale como una exhalación de mi habitación y la escucho bajar las escaleras a toda prisa. Joy es pura energía y entusiasmo.

-Ten cuidado - le grito -. No vayamos a acabar en el hospital con algún hueso roto.

Supongo que para ella los muchachos se han convertido en parte importante de la familia. Después de todo, mis padres y mis hermanas están demasiado lejos para verlos más de una vez al año y por el lado de su madre solo tiene a sus abuelos. Es una situación que siempre lamenté, sobre todo después de la muerte de Gillian, pero que no quise cambiar porque trasladarnos supondría alejar a Joy de todos sus amigos y de la vida que conoció con su madre.

Ahora que es más mayor, decidí planteárselo en mi último permiso y su respuesta fue precisamente la que esperaba. Soy feliz aquí, me dijo. Mientras esté contigo, no necesito nada más. Y aunque paso demasiado tiempo fuera, me ha demostrado en innumerables ocasiones que no le molesta y que, incluso, le gusta porque le permite presumir delante de sus amigas. A pesar de ello, tengo la firme intención de licenciarme en breve y dedicarle todo mi tiempo. Solo debo asegurarme de que mis muchachos tendrán el líder que necesitan, tal y como ella me pidió la semana pasada. No voy a defraudarla nunca.

-Ya llegan - me grita Joy desde el primer piso casi histérica -. Apúrate, papá.

-Ya estoy - le sonrío bajando -. Impaciente.

Abre la puerta después de enseñarme la lengua y el primero en entrar es Fisher, que le sonríe al segundo y la sostiene cuando se le tira encima.

-Biiiifffff - grita entusiasmada.

-Joy Joy - la saluda -. Vas a tener que dejar de hacer esto, ya casi no puedo contigo. Creces demasiado rápido.

-En unos años yo te sostendré a ti - ríe -. Cuando seas tan viejo que necesites bastón.

-Con el bastón te voy a dar yo por llamarme viejo, niña.

-No me llames niña o te robaré el bastón para que te caigas al suelo. Y no pienso ayudarte a levantarte - se cruza de brazos.

Luego, para que Fisher no pueda decirle nada más, mi hija empieza a saludar al resto. Me gusta que Joy sepa defenderse y desenvolverse tan bien incluso entre adultos, pero me da miedo que sea Fisher quién le enseñe sus trucos. No es precisamente el hombre mejor hablado del mundo ni el más sensato, aunque debo admitir que con ella se contiene bastante. Lo que no quiere decir que deje de ser él mismo y se le escapen algunas cosas que mi hija no debería oír todavía.

Neve (Saga SEAL 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora