Veintitantas canciones de amor, y alguna que otra desesperada

84 4 0
                                    

Desordenado, confuso y semiderruido;
condenado, difuso en tanto ruido.
Es la historia que repite mi destino,
es la gloria y despiste mi camino.

Las rimas de un soneto parecen consolar
la cima de un honesto y triste deambular,
que no para de escribir a promesas olvidadas,
que solo sabe describir sus proezas fracasadas.

Las batallas que perdí se compensan
con las rayas que vendí como piensan
los felices, como versos pasionales,
los deslices más perversos y memorables.

¡De verdad se creen que yo escribo!
cuando no duelen mis propios derribos
en la acera por el efecto de la caña
y la sincera falta de afecto de mis mañas.

De verdad piensan que mis escritos son arte,
cuando se mezclan con mis malditos valuartes.
Sostienen una emanación leve como un sol,
no tienen la confesión breve de mi arrebol.

Insospechado, parece ser, mi precaria situación
Desesperado por querer, es el aria sin canción
que recita este corazón de alma verdadera;
necesita ya una razón de calma duradera.

Lo que hago por desasosiego es llamado maestría.
Un día aciago, un amor ciego estirado cual estría,
se engaña pensando en hermosuras
y empaña llorando su faz oscura.

Las mil fuerzas de olvidarte se derriten,
las promesas de no amarte se remiten
a un rastrero callejón sin salida,
a un lastimero rincón sin tu vida.

Hoy las estrellas contra mí perjuran
te han visto bella, ya sin mí, me juran.
Hoy te cito: entre tantas sensaciones, un error augura vil y sucia emboscada que me matará.
Te he escrito veintantas canciones de amor, y alguna que otra desesperada que te encantarán.

Versos Rotos (O la incoherencia de la relación de los escritos entre sí)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora