Capítulo 15

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Capítulo 15: Dudas.

Gigi Hadid.

Coloco el teléfono nuevamente en mi oreja mientras que escucho como este repica en la espera de ser atendida la llamada. Es la quinta llamada que le hago a Zayn aproximadamente durante todo el día sin haber sabido de él durante un mes entero.

Sí, ha pasado un mes desde que no veo a Zayn, y sinceramente lo extraño. Demasiado. Extraño su calor, extraño sus labios, extraño sus besos, extraño su voz... lo extraño a él.

Una parte de mí, piensa que está ocupado por todo el trabajo, y otra piensa que ya no quiere saber nada mí y eso me hace sentir fatal.

Ha estado enviándome al buzón todos estos días, haciéndome creer la cruel idea de que ya no quiere saber nada de mí, que se cansó, cuando nunca me lo demostró de esa manera.

Y la gran duda explotó en mi cabeza como una bomba, golpeándome con brutalidad.

¿Todo fue una actuación?

La cruel idea de que fui usada me hace sentirme estúpida y humilla completamente. Solo pensar eso me enferma y me hiere de la peor manera posible de la cual nadie me haya podido lastimar.

Derrotada de la insistencia en saber de él, cuelgo la última llamada del día, arrojado mi teléfono hacia el sofá, sin importarme si se hace añicos.

Yo ya lo estoy.

Tratando de olvidarme por completo de él, me hago la vaga idea de que no lo conozco y que nunca lo he besado y... es inútil.

Por más que haga mis esfuerzos sobrenaturales no puedo olvidarlo.

Cuando algo es tan real y especial no se puedo olvidar simplemente, como que si fuera algo tan cotidiano en la vida —bueno, tal vez si sea algo cotidiano, pero esto es muy diferente a lo que le sucede a los adolescentes de hoy en día—, algo mágico de que los dos sabemos que no podemos olvidar y que no fue algo fingido.

Sintiéndose completamente real y verdadero.

Estoy segura de que él me extraña como yo lo hago en estos momentos, de lo cual no me quiero hacer la idea de que es un pensamiento ensoñador de mi mente en forma de desesperación para saber si él por lo menos piensa en mí.

Porque yo si lo hago.

No me quiero sentir angustiada en saber de Zayn, tengo que olvidarlo de una vez y entender de una vez por todas que él no me corresponde en ser el chico indicado —aunque tal vez pueda que sí, pero que no es el momento—. Solo fue una persona que duró por unos microsegundos pero no por horas.

Si tengo que olvidarlo, tengo que comenzar a salir de mi departamento y entretenerme, porque estando encerrada en cuatro paredes nunca voy a poder ignorar su ausente presencia.

Mi móvil comienza a sonar y mi corazón se acelera desenfrenado en su caja torácica, pero mis esperanzas y emoción se fueron a la basura cuando vi en la pantalla el nombre de Kendall.

La pequeña esperanza de que pudiera ser él fue más vigente de lo normal. Descuelgo la llamada un tanto desanimada.

Hey, hey, es Kenny —habla desde la otra línea emocionada.

Comienzo a reír por los saludos extraños que tenemos cuando nos llamamos la una a la otra.

—Hey, hey, es Gigi —dije, ocultando mi desánimo que no pasa de desapercibida para Kendall.

¿Todavía con el corazón roto, amiga? —pregunta un tanto confundida.

—Uhm... sí.

Un silencio surge desde la otra línea y después un grito desde éste me hace despegar el celular de mi oreja, ya que el grito me aturdió mucho.

Vamos... tienes que superarlo, sé que no te ha respondido en un mes, por eso no le di luz verde a Harry, para que no me ocurra por lo que tu estas pasando.

—Pero Harry es una persona y Zayn es otra, Kendall. Son totalmente distintos.

¡Sé que son totalmente distintos, Gigi! —exclama, obvia y frustrada, pero añade—. Tienes que salir, mujer, no puedes estar encerrada con el corazón roto. ¡¡Eso es lo peor!!

Sé que Kendall tiene razón, tengo que salir, y es lo que haré. Estar encerrada me hace pensar más en él.

—Bien... dime dónde estás para ir —dije segura mientras me levanto del sofá.

Esa es mi chica...

(...)

Tomo el pedazo de pastel y se lo estampo en la cara a Kylie, mientras que Kendall comienza a reír y a grabarnos por nuestro gracioso desastre que tenemos en su cocina.

Resulta que Kendall y Kylie hicieron un pastel de chocolate con fresas, del cual ya no hemos comido la mitad y que ahora no los estampamos en la cara por diversión.

Comienzo a reírme de la cara de Kylie toda embarrada del melado de fresas mientras hace lo mismo conmigo, haciéndome caer en el piso por el melado que ha caído en éste.

Trato de levantarme lo cual resulta inútil y comienzo a reírme más olvidándome de todo por completo. Intento levantarme de nuevo y lo consigo hacer con éxito. Busco entre la mesa que se encuentra embarrada del melado, encontrando mi bebida, el vino de uva que nos ha hecho hacer todo este desastre.

—Me tienen que ayudar en limpiar este chiquero —nos dice Kendall haciendo el papel de furiosa. Su hermana y yo nos miramos y estallamos en carcajadas.

—Sabes que tú me insististe en venir ¿no? —Le digo cesando un poco la risa—. Y se supone que yo soy la invitada.

—Hey, el hecho de que hayas estando mal no significa que no ayudes a limpiar... además los invitados también pueden ayudar un poco —declara ella haciendo una mueca.

Termino de beberme mi vino y tomo mi celular sin importarme de que ando en pijamas y embarrada del melado de fresas, le digo:

—Si logras alcanzarme, tonta...

Y salgo corriendo de su departamento con las miradas centradas en mí y en una Kendall furiosa tratando de perseguirme. No pueden faltar los paparazzis afuera del edificio, los cuales me fotografiaron haciéndome preguntas del por qué estoy así. Sinceramente no respondo ninguna y me adentro en el auto el cual arranca de inmediato.

Sé que mañana se armaría un escándalo, pero no me importa lo que lleguen a decir las páginas de mi, solo me reiré de mis fotos embarras en dulce.

Cuando llego a mi departamento decido darme una ducha y quitarme todo el pegote que ha quedo en mi cabello.

Ha sido un día muy agotador, no simplemente porque nos hemos quedado en su departamento y hacer todo el desastre, o sino que anteriormente estábamos con unos amigos charlando y planeando en donde podemos reunirnos en una ocasión.

Lo bueno del todo día agitado, no he pensando en él hasta ahorita que lo he recordado, puede que sea algo gracioso o irónico, pero así lo es.

Sin tomarle mucha importancia a ese pensamiento —o tal vez sea gracias al alcohol que intenta bloquearlo—, me despojo de mi ropa y entro en la ducha teniendo una guerra con todo el dulce pegado a mi cabello y cuerpo que me hizo sentir incómoda en todo el trayecto del camino a casa.

Ya lista salgo de la ducha y camino hacia mi habitación poniéndome mi pijama, ya más cómoda, voy hacia la cocina desenredando mi cabello hasta que el timbre suena y varios golpes en la puerta me desconciertan.

Yo no estoy esperando a nadie, y tampoco sé qué hora es, pero se nota que es muy tarde, ya que esta de noche.

Sin asomarme por el lente de la puerta, la abro de inmediato quedando perpleja por la persona que está frente de mí mirándome aliviado.

—Tú...

Amor después del Matrimonio©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora