Las mil y una noches

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Ya sé, tardé mucho haciéndolo y me disculpo pero agh, no me daba tiempo y cuando me daba, no me inspiraba hasta que ahorita ngh, llegó la inspiración y al fin lo terminé, espero les agrade tanto como a mí.

Respecto a las siguientes actualizaciones, aún tardarán porque ya inicio la escuela de nuevo pero por cómo veo la historia en este instante, creo que tardaré menos porque ya tengo básicamente casi todo el capítulo siguiente escrito aunque debo hacer que todo encaje porque tengo pensadas partes por aire y a veces al unirlas no lo hacen como quería así que eso es lo que me cuesta, sin embargo, trataré de hacerlo lo más pronto posible, sin más, gracias por su espera y lo lamento.

Siempre se agradecen, rw's, favs, follows, etc. y quiero agradecer especialmente a Niso Kei porque, si soy honesta, ya pensaba dejar morir este fic por la paz (como todo en mi vida, digo, en mis fics, sí.) pero ella hizo que me lo reconsiderara y lo siguiera así que te agradezco mucho.

Al final no me basé en la canción "Asterisk~" para hacer esta parte, bueno sí pero muy poco, para otra parte es donde esa canción entra, por el momento está bien así.

Por cierto, hay una referencia a un anime, a ver si la cachan. Igual a una famosa historia, después de todo, en Arabia sucede la magia.  

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Kei soltó aire por inercia, como si le hubieran golpeado el estómago y sacado hasta el cerebro con el simple impacto.

Perfecto, lo que necesitaba. Una charla con olor a cigarrillos y café sin ninguna cucharada de azúcar.

Ah, hasta en eso era igual a su padre ¿Debería agradecerlo o maldecirlo por esos detalles? Quién sabe.

Tsukishima miró hacia su taza con café humeante, sonriendo por el agridulce recuerdo que emergía de sus memorias en ese maldito instante. El recuerdo de su cálido cuerpo poniéndose de pie antes de darle la espalda y salir del café, dejándole a él con su mirada fija en su humeante taza de café amargo que diluía de a poco la sal de sus lágrimas derramadas en él, le mataba.

Una calada más al cigarro que tenía Natsuki entre sus labios provocó en el rubio la necesidad de fumar uno, después de todo, ese pequeño cáncer de papel no le mataría, ya que estaba muerto desde hace más de dos décadas tras su partida.

— ¿Sabes? Creo que te aceptaré ese cigarrillo—Acotó el rubio tratando de que su voz no flaqueara ante el nudo formado en su garganta que se le hacía imposible de contener sin nicotina.

El azabache le ofreció un cigarrillo al de lentes, quien lo agarró y dejó que el otro lo prendiera. Una fumada y listo, su nudo comenzaba a destensarse mientras sus manos luchaban por no temblar ante la incesante exigencia de su cuerpo por llorar.

Otra vez silencio.

Un amargo silencio como el humo que se tragaba calada tras calada.

Silencio roto por una pregunta.

— ¿No preguntará el porqué de mi odio?

Ante esa boba cuestión, Tsukishima solo atinó a reír y mirar al azabache con burla y diversión, como si hubiera visto a Yamaguchi poniéndose mal el traje antes de su boda con Yachi. En respuesta, Natsuki tragó saliva y se quedó expectante, similar a lo que haría un soldado en un campo minado, esperando por la siguiente explosión que llegaría en cualquier segundo.

—Estoy aquí porque tú querías hablar, no porque yo quisiera preguntarte.

Jaque mate.

Ahora fue el turno de Kuroo de reír ante lo dicho por su mayor.

When you were youngDonde viven las historias. Descúbrelo ahora