Tú la ves
todos los días.
Pero hoy,
sólo hoy,
la ves realmente.
Sus manos,
manchadas de pintura.
Su ropa,
también.
Ella no es guapa,
no precisamente.
Tampoco está delgada.
Sólo es ella,
siendo ella.
Y tú la encuentras
hermosa.
Y,
entonces,
ella te mira.
Te ve mirándola,
y te sonríe,
como todos los días.
Como tu la ves hoy,
ella te ve todos los días.