El chico de humo,
aparece tan rápido
como desaparece.
Él fuma,
y lee.
Fumar,
leer.
Fumar,
leer.
Esa es su rutina.
Una rutina extraña,
para muchos.
Un verdadero placer,
para él.
Él vive cada día,
como si fuera el último.
Y es que,
nunca se sabe
qué día es el último.