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Era un manojo de nervios en este preciso instante; mis manos temblaban y mi corazón rugía con fuerza contra mis costillas. Por un momento llegué a pensar que perforaría mi torso y huiría de mi caja torácica por la fuerza y velocidad con la que latía. Gotas de sudor frío resbalaban por mi columna vertebral provocando escalofríos en mí. 

Temía porque mi embarazo no fuera aceptado. Temía porque él no creyera que este bebé era suyo, pues ya había pasado un tiempo desde que habíamos finalizado nuestra relación, y era probable que pensara que este bebé era de Zayn, pues es el chico con el que he pasado estos últimos días. 

Podía pensarlo. Yo no podía obligarle a que pensara que no era así. Seguramente me pediría una prueba de paternidad, seguramente presentaría sus dudas, pero no lo culparía, después de todo, ya lo nuestro finalizó hace un tiempo atrás.

Kendall me había sugerido que le dijera sobre mi embarazo. Yo ya tenía planeado decírselo, pero por mis miedos y temor a que no lo aceptara de buena manera, alargué aquella reunión, pues no quería verlo aún, ni quería hablarle sobre nuestro hijo. Tenía miedo, y debía admitirlo. 

Nunca es fácil aceptar un embarazo, y menos cuando ese bebé se concibió con una persona con la cual terminaste, pero en ocasiones, debemos ponernos dos dedos de frente, y pensar que esa chica con la que ya terminaste, probablemente, no haya vuelto a tener relaciones después de ti.

Me sentía nerviosa porque era probable que Harry no aceptara su paternidad, que pensara que este bebé que estaba creciendo en mi vientre era de Zayn. Podía pensar lo que quisiera y hacerse las imaginaciones que deseara, pero a la final, la verdad era otra; yo estaba embarazada, y él era el padre de mi hijo. Una realidad que nadie podía cambiar. 

Nos habíamos citado en mi casa, pues yo aún no quería salir de ésta. Quería evitar a toda costa que los paparazzis me vieran. Mi vientre estaba levemente hinchado, pero no exageradamente, fácilmente podría desmentir toda duda relacionada con un embarazo, pues podía decir que había ganado algunos kilos demás u otra cosa que se me ocurriera, pero no quería comenzar a armar chismes ahora que estaba en un estado delicado; no quería poner en riesgo a mi pequeño.

El timbre sonó sacándome de mis cavilaciones. Mis ojos se abrieron a tope y mis manos comenzaron a temblar más de lo que lo hacían anteriormente. Mi corazón latió con mucha más fuerza que hasta yo podía escuchar las fuertes pulsaciones que éste demandaba. 

Me levanté del sofá del living y caminé con piernas temblorosas hacia la puerta principal. Posé mi pálida mano sobre el pomo dorado, y giré éste con lentitud, pues mi nerviosismo no me dejaba actuar más rápido. Halé la puerta hacia mí lentamente, dejándome divisar aquella figura, que si no fuera por las circunstancias, me hubiera abalanzado sobre ella, pero me contuve, la realidad era otra, y yo debía aceptarla. 

El rizado me miró con ojos preocupados, pero también podía notar el nerviosismo en ellos. Sabía que esta situación le incomodaba tanto o más que a mí, y ésto me estaba posando entre la espada y la pared, pues yo no quería que este encuentro fuera tan incómodo e inquietante para ambos. 

Me hice a un lado indicándole que podía pasar, y él se adentró a la casa. Cerré la puerta, y me giré sobre mis talones conectando nuestras miradas y logrando que mis nervios aumentaran. Caminé hacia el living, ninguno pronunciaba palabra alguna, y esto estaba provocando que me sintiera cada vez más ansiosa. Me senté en el sofá de cuero negro, y él se sentó a mi lado, pero cuidando nuestro espacio personal, gesto que en parte agradecía, pero por otra parte no, pues en cierto modo, quería tenerlo cerca; sentir su calor compaginar con el mío y fundirme entre sus brazos una vez más.

Instagram | Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora