Capítulo 3 "Nunca Me Olvidaría De Ti"

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-Pueden irse a casa- expresó el Sr. Damocles y dicho esto se retiró a su respectivo despacho.

Suspiré aliviada y frustrada a la vez. Aliviada de que la señorita Bustier haya olvidado el incidente dentro del aula y frustrada con la nebulosa que era mi cabeza.

Bajé con Alya las escaleras mientras comentaba emocionada otra hazaña de sus héroes favoritos y yo estaba siendo mala amiga. Solo respondía con sonrisa falsa a cada palabra que Alya decía acompañadas de distintos ademanes para darle fuerza a su relato.

-Marinette, ¿En dónde estabas? Te busqué con la mirada, pero no te encontré- esta vez no tenía ganas de inventarme alguna excusa creíble.

-Solo fui al baño y se atascó la puerta- justo lo que necesitaba, cuando en otras situaciones martillaba mi cabeza buscando alguna para decirle, solo aparecían en mi mente pavadas como:

"Me dolía el pelo"

"Tengo que llevar mi gato a la veterinaria" que por cierto no tenía ninguno. Ya bastaba con el gato parlante que ronroneaba mi nombre de forma coqueta.

"Ha-aay un... un pato atass-ca do en en unn-a raaa-maa", los nervios se hacían presentes en cada célula de mi cuerpo, mis palabras se atropellaban por salir unas primeras que otras y al percatarme de mi torpeza salía corriendo.

Vaya, esta vez sin pensarlo había dicho una demasiado creíble y normal.

Alya asintió convencida y siguió parloteando acerca del video que publicaría en el Ladyblog.

Ensimismada en mis pensamientos choqué contra el cuerpo de Alya- Amiga, esta tarde tengo que llevar a las gemelas al médico, ¿Crees que podríamos pasar el trabajo de química para mañana?

- ¿El trabajo de química? - parpadeé perpleja en un intento desesperado de rebuscar en mi memoria a qué se refería Alya.

Mi cabeza hecha un lío no colaboraba mucho con eso.

-Oh vamos Marinette, me no digas que te has olvidado- Alya negó con la cabeza. Sí, no tenía remedio. Se despidió con un fuerte abrazo prometiendo que me llamaría para pasar tiempo juntas y terminar el tan agradable trabajo. Cita aquí el sarcasmo.

Obligué a mis piernas caminar. Un paso, después otro y así sucesivamente. Ya no era un mecanismo automático, requería de cualquier fuerza escondida en algún recóndito lugar.

Al llegar a casa, saludé a mis padres los cuales me recibieron con un gran abrazo y beso.

Calor familiar. Mis nervios se fueron apaciguando ante la tranquilidad de la bienvenida. Los amaba mucho, ¿Qué sería de mi sin ellos? Los necesitaba. Si bien era consciente de que algún día tenía que dejar el nido tan armonioso que traía paz a mi vida, no me imaginaba una vida sin sus chistes, sonrisas y discusiones que toda hija tiene con sus padres.

Ya en mi habitación, la oscuridad abrió sus brazos y yo gustosa me abalancé a ella. Quería paz, paz conmigo misma, un lugar donde poder pensar lo sucedido anteriormente.

¿Por qué había nacido esa necesidad apabullante de abrazar a Chat?, muchos dicen que los sueños son manifestaciones de aquellos deseos que anhelamos y que por más que sea lo que realmente nos hace bien y queremos de corazón, los dejamos de lado porque sabemos que serán imposibles. Me detuve un momento. El sueño que tuve con Adrien, sus manos apoyándose en mis mejillas, sus labios rosados acercándose despacio acortando la poco distancia que nos separaba había sido un dibujo creado con trazos delicados por mi mente, trazos que nunca existirían en la realidad, porque soy lo suficientemente cobarde como para expresarle mis sentimientos. Mi mente era un lienzo que escribía fantasías nostálgicas, me ilusionaba y traicionaba sin piedad, burlándose de mi fracaso. Sin embargo, lo más estúpido era que yo permitía que ello sucediera trayendo a la vida real tales fantasías, sintiendo en el fondo una llama de esperanza. Suena un tanto masoquista pero así me sentía.

Siempre Serás TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora