Milagros Salvajes

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Wild Miracles†  
(Milagros Salvajes)


Si me quieres mirar

mírame,

pero así:

tocando

mi piel del revés

con las manos abiertas

como si no existiera obstáculo alguno.

Como si fuera un fantasma

y no pudieras sacar ni un verso

de mis ojos.

Como quién ya no cree

en nada

porque lo ha visto todo.

Mírame así,

y sólo entonces hinca las rodillas

y vuelve a suplicar el milagro.

Elvira Sastre.





PARTE I (CONVIVENCIA).


Hazel

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Hazel.

Traía puesto un short roto y sucio. La camiseta le colgaba en el torso y su cabello largo ondeaba enmarañado. Iba descalzo, viendo sin ver el camino, con solo una mochila vieja y dinero en parte robado a su mamá, otro tanto suyo, obtenido por la filosofía de la obsesión del profesor hacia él.

Estaba pensativo, quizá un poco distraído, perdido en su mundo lleno de rutas inconexas; un poco agitado y otro tanto esperanzado. El camino viejo lleno de agujeros, ¿Donde lo llevaría? ¿Dónde estaría él? Si largas noches de sueños y deseos lo traían en medio del misterio a sus oraciones más profundos, era su derecho encontrarlo en alguna parte.

[ Mamá.

Se que te odio, porque aunque no me enseñaste sobre esa emoción, como no me has enseñado nada en la vida, yo he aprendido sin tu ayuda que las heridas son más profundas que la piel y el hueso, que eres una mujer que merece el asco y el desprecio.

¡Estarás sorprendida por que escribo una carta!

El hombre de la casa junto a la iglesia el que es profesor en el colegio, al que nunca me dejaste ir–, me visitaba en las noches y se iba con el primer rayo de sol. Me enseñó hace tres años a leer y a escribir. Aprendí tanto tan rápido, más rápido de lo que él pensó.

Wild Miracles | l.s | PARA EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora