A Mackenzie Brandon jamás le interesó conocer su linaje. Nunca le importó de dónde venía si no en lo que ella se convertiría por sí misma, pero ante una secuencia de cambios irreconocibles para sí misma y la aparición de un nuevo mago oscuro en busc...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
TMOTS |CAPÍTULO CUATRO
Las sonrisas entre la rubia y el pelinegro fueron inevitables, aunque toda la burbuja ardiente en la que estaba viviendo Kenzie, reventó cuando la chica que había tatuado a Alice, se presentó como nada más ni nada menos que la pareja del muchacho.
—No puedo creer que le hayas coqueteado a un chico con novia —comentó la castaña mientras las tres salían del Caldero Chorreante en busca de los más pequeños.
—Y yo no puedo creer que te hayas tatuado en el arco del pecho —dijo Rose entre dientes—, se suponía que sería discreto.
—¡Es discreto! Nadie lo verá a menos de que este sin ropa o en bikini —respondió Kenzie, a la pelirroja—. Y en mi defensa, el chico jamás mencionó tener novia. Yo no tengo la culpa que él sea un imbécil infiel. Y si te sirve de consuelo, Posie, lo taparé con maquillaje, o alguna poción. —les sonrió—, pero no digan nada en frente de esos dos demonios, no puedo perder más dinero y también hacer tareas —refunfuñó.
Alice puso los ojos en blanco y en la vista de las tres aparecieron los cinco muchachos.
Mackenzie sonrió feliz, les tenía un gran cariño a los Merodeadores, pero en especial a Fred y James, esos chicos la hacían reír y la trataban muy bien desde que se conocieron; es por esa razón, que sus amigas —y la mayoría de Hogwarts— pensaban que ella sentía algún tipo de sentimiento amoroso por alguno de ellos.
—¿Cómo les fue con las compras? —inquirió Rose.
—Creo... que bien —Fred suspiró con cansancio—, sus lindos hermanitos no hacían más que correr de acá para allá —les informó con sarcasmo.
—Agradece que Lily no vino —dijo James—, seguramente los tres nos habrían hecho la vida imposible —aseguró, mientras los más pequeños asentían.
—Bien, gracias por su ayuda, los amamos.
—Alto ahí —interrumpió Fred—, ¿nos dirán por que hicimos de niñeras todo el día? —preguntó elevando una ceja, Hugo y Connor que hablaban entretenidos, decidieron prestar atención. Tal vez podrían conseguir el chantaje que querían.
Las tres se miraron nerviosas y luego de unos segundos Alice habló:
—Eh... bueno... Mack con gusto se los dirá... nosotras nos llevaremos a los chicos a casa, ¡nos vemos allí, adiós! —rápidamente la pelirroja y la castaña tomaron por los hombros y se dirigieron hacia la chimenea más cercana.
—Traidoras —masculló entre dientes. Luego se giró hacia sus amigos
—¿Y bien? —preguntó James.
Mack apretó los labios y los agarró por las muñecas, arrastrándolos detrás de una pared lejos del ojo público.