PREFACIO

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Querido Ricardo: 

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Querido Ricardo: 

Es probable que no entiendas porqué tienes esta cartaentre tus manos, ya que nada sabes de quién te la escribe.Y la verdad es que yo tampoco sé nada de ti. No somos másque dos desconocidos cuyas vidas confluyen en un mismopunto: esta carta. 

Cada mañana, de camino al trabajo, paso frente el centropenitenciario. No sé cuándo empecé con esta rutina, perohoy me he dado cuenta de que al circular por delante deldestartalado edificio no puedo evitar pisar el freno delcoche. Nunca me detengo, pero reduzco la velocidad losuficiente como para contemplar cada día la mismaventana. Aquel pequeño recorte en la pared, con susveinticuatro barrotes, que mantienen cautiva un alma. 

Y cuando prosigo con mi trayecto, rumbo a mi monótonavida, me pongo a elucubrar: ¿qué es lo que habrá hechopara acabar allí? 

Nunca he estado a favor de la privación de la libertad,¿sabes? Pienso que la capacidad de poder tomar nuestraspropias decisiones es el bien más preciado que tenemos loshumanos. Y así como podemos acertar en nuestrasacciones, también podemos equivocarnos, y no por ello debemos ser privados de uno de nuestros mayoresderechos. 

Entonces mis pensamientos siguen por caminos tortuososhasta llegar a pensar en la desoladora soledad que debesentir aquel que ya no es libre. 

Y es por ello por lo que escribo esta carta. Para que sepasque, seas quien seas, jamás estarás solo, pues yo seré tu luzmientras permanezcas en la oscuridad. 

Sonia

Un romance entre rejas [PUBLICADO EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora