Día Dos

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Christian no sabía por qué, pero desde el día anterior lograba ver al muchacho cada vez que pasaba por los pasillos de la institución, le resultaba raro, pero no se quejaba, él suponía que si lo había visto una vez, su subconsciente lo recordaría y no lo dejaría olvidarlo.

Eran aproximadamente las once de la mañana, sólo quedaban un par de horas para la ansiada libertad (alias: fin de semana) que Christian esperaba desde que empezó el lunes, ansiaba tanto poder volver a su cama y aplazar los deberes hasta el domingo en la noche (o en su defecto pedírselos a Daniel antes de que llegara el profesor).

Pasaron lentamente dos horas, una hora más y podría gritar a los cuatro vientos que era libre. En ese momento no se le ocurrió nada mejor que pedir permiso para el baño y echarse un tour por el colegio. Su idea iba de maravillas, hasta que se chocó contra alguien y sin querer ambos cayeron (junto con los papeles que el otro tipo tenía).

—Ugh, lo siento—. Dijo recogiendo los papeles para dárselos a su dueño. —No era mi intención—. Volteó a ver a la persona que había tacleado sin querer, dándose cuenta al fin que era aquel hombre que había llamado su atención.

—Descuida—. Su voz sonó algo molesta. —Sólo no corras por los pasillos..., y ve a tu aula, no quiero reportarte—. Christian no notó que el tipo ni siquiera volteó a verlo. Susurró un leve "gracias" y se fue con paso apresurado a su salón. "Sin correr", escuchó que alguien gritó a sus espaldas.

•••

Llegó apurado a su salón, se sentó y Daniel a su lado le preguntó: — ¿Qué pasa?, parece que hubieses visto a un fantasma—.

— Lo vi—. Dijo por fin. Daniel lo vio extrañado y murmuró: — ¿Al fantasma?—.

— No gilipollas, al tío éste, que vi ayer—.

— ¿Aún sigues con eso?, madre mía, ya superalo—.

— Oh, calla—.

— Joder, Hombre. Llevas desde ayer todo el día hablando sobre él, y apenas le haz visto—.

— Oh, cállate, yo te soporté cuando tuviste un súper crush con Arlette—. Daniel ya no supo que decir, se ruborizó un poco y se dio la vuelta. —Para eso me gustabas—.

— Oh, vamos. Como si fuese la gran cosa, solamente es otro tipo que se te olvidará en una semana—. El más alto chasqueó la lengua.

— ¿Cómo todas las parejas que haz tenido? —. Para ese momento ambos habían alzado la voz.

— Señor Santos, señor Bundo, ¿algo que deseéis compartir con la clase? —.

— Nada, señor Eckermann—. Habló Daniel.

— Eso pensé—.

El profesor se dio la vuelta y Christian murmuró: — ¿Entonces para qué pregunta, viejo de mierda? —.

— A coordinación, señor Bundo—. Al susodicho se le fueron los colores de la cara << ¿cómo lo supo?>>. — ¿No me ha escuchado, señor Jiménez?..., a coordinación..., ya—.

•••

Tsk, viejo de mierda—. Alguien detrás de él le dio un golpe con un objeto ligeramente duro. — ¡AY!—. Exclamó.

— Sin malas palabras—. Dijo el mismo chico que había visto hace una hora.

— Como si tú no dijeras—. Christian pateó el piso un poco menos molesto que antes.

— Sí digo, pero no en el instituto..., en todo caso, ¿por qué te mandaron aquí?—. Preguntó sin mucho interés.

— Le dije viejo de mierda a un profesor, ¿y tú? —.

— Hago el trabajo que las coordinadoras deberían de hacer—.

— ¿Trabajas aquí? —. <<Pensé que estudiaba>>.

— No, bueno no así, estudio aquí y hago mi servicio social —. Dijo "escribiendo" algo en una libreta.

— ¿Por qué? —.

— Si te interesa saberlo, es porque es obligatorio..., y el director se ahorra el dinero que le tendría que dar a verdaderos profesionales—. Dijo haciendo comillas en lo último. Christian rio. — ¿Sabes qué?, ya casi es hora de salir, te voy a dejar ir sin llamar a tus padres, pero más te vale no decirle a nadie que lo hice o estarás en graves problemas—.

— Gracias—. Se levantó rápidamente, asintió suavemente con la cabeza y se marchó.

•••

Christian fue a su aula en busca de sus cosas, entró, fue hasta su lugar, y nada, ya no había nadie. Asustado salió corriendo y rebuscó por todos los sitios del instituto su mochila, pero nada; después de unos minutos se dio por vencido y salió del colegio.

— Hasta que sales, hombre—. Dijo Daniel, con sus cosas en mano.

— ¿Qué haces aquí? —. La voz, con disgusto para él, le menguó un poco.

— Te espero, ¿no es obvio?, siempre nos vamos juntos—.

— Pensé que estabas enojado conmigo—.

— Somos amigo, ¿no? —.

— Los mejores—. Sonrieron el uno para el otro. — ¿A que no adivinas qué? —.

— Por favor que no sea del tío éste—. Fingió sollozar.

— Ni modo, es sobre él—.

— ¿Me puedo pegar un tiro en la sien? —.

— Deja de ser ridículo—. Daniel puso una mano en su pecho haciéndose el ofendido, Christian pasó monumentalmente de él y le relató lo que había pasado.

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Perdón, ayer lo iba a publicar, pero el computardor ya no tenía pila y me fui a dormir 

-Daniel

One Day At Time (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora