Día Tres

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Christian aún no podía pegar los ojos, eran las tres de la mañana y él seguía dando vueltas en su cama.

— Me ha dejado ir dos veces—. Repetía en voz baja en la soledad de su alcoba.

El chico cubrió su cara con ambas manos, a pesar de que nadie más veía, le apenaba haberse puesto rojo. —Dos veces—.

Repasaba el día, el momento, una y otra vez. — Venga, Christian, qué es una gilipolles—. Decía el joven para nadie en especial—Es imposible que alguien se enamore de un tío en tan sólo un día, ¿qué va?, sólo es admiración, sí admiración—. Él resopló. — Pero es que es..., tan guapo..., y su voz..., no, no estoy enamorado, no lo estoy —.

— Christian, ya duérmete—. El nombrado se espantó por la voz de su madre a esa hora, ¿desde hace cuánto estaba ahí?; ¿cuánto escuchó?

A finales decidió hacerle caso a su madre e intentó, una vez más, dormir; esta vez con más éxito que las anteriores.

•••

— Joder—. Fue lo primero que escuchó al llegar al aula. —Parece que no dormiste nada—. Christian, con todo el ánimo que se cargaba, le mostró el dedo corazón a su mejor amigo. —Qué amargado, querido zombie, y yo que tanto te quiero—. Fingió estar dolido.

— No he dormido nada, y juro que como hagas otra broma te castro..., joputa—.

Así pasó el día, tratando de no dormirse en cada clase; hasta que, en infortunio para él, llegó la tan repudiada clase de matemáticas con su profesor favorito, el señor O'Neill.

— Señor Jiménez, ¿está usted poniendo atención? —. Preguntó el profesor, como siempre, tratando de que todo el salón se mofara de Christian.

— No—. La respuesta fue simple y tajante, pero todos los compañeros de Christian comenzaron a generar bulla, provocando que al profesor le hirviera la sangre.

— ¿Qué ha dicho? —.

— Que no le estoy poniendo atención—.

Para ese momento Daniel estaba intentando que Christian se callara, aunque sin mucho éxito. El ceño del maestro no podía estar más fruncido, y al muchacho no podía importarle menos.

— No toleraré esa actitud en mi clase, señor Jiménez. Vaya a la coordinación, ya—. El nombrado se levantó de su asiento y dijo muy claramente: —Como si me importara—.

•••

Christian lo único que hizo al llegar a donde le mandaron fue sentarse en uno de los asientos que ahí había.

— ¿Tú otra vez? —. Preguntó el mismo muchacho que le había quitado el sueño. Sólo obtuvo un gruñido por respuesta. — ¿Ahora qué haces aquí?, es demasiado temprano—. Al parecer esa mañana estaba de muy buen humor.

— Si quieres saber, el estúpido profe de matemáticas me tiene manía—.

— Creí haberte dicho que sin groserías..., y no te acuestes en las sillas—.

— Déjame, tengo sueño... ¡ay!, creo que tienes una ligera obsesión con arrojarme cosas—.

— Y tú tienes una pequeña obsesión con meterte en problemas..., hoy no es la última hora y no te puedo dejar ir, así que debes ayudarme hasta que acabe tu clase—.

— Pero tengo sueño—.

—  Te diré algo, ve a entregarle esto al profesor Meira y a lo mejor te dejaré dormir—. Christian chasqueó la lengua y de mala gana obedeció.

•••

— Listo—. Murmuró el muchacho al llegar a la coordinación.

— Qué buen niño, te mereces un chupete—.

— ¿Qué?—. Christian tartamudeó un poco.

— Una piruleta, paleta, chupeta, ¿no entiendes español?—.

— ¡Es confuso! —.

— Ajá, ven—. Él se levantó y fue hasta donde le indicó. —Necesito que escribas lo que te dictaré—.

•••

— ¡NO TE BURLES, CACHO DE BOBO! —.

— Lo siento, lo siento—. Decía Daniel tratando, sin mucho éxito, de parar de reír. —Pero es que en serio, aún no puedo creer que tú, el señor "no me importa lo que me digas de mi ortografía", te mueras de vergüenza porque el tipo que te gusta vio que en teoría escribes con el culo—. Después de eso, volvió a explotar en carcajadas.

— ¡CÁLLATE, BRUTO!—. Christian se ruborizó un poco, no sabía si por el coraje o por la vergüenza, su amigo se seguía riendo y la única respuesta que pudo darle fueron varios golpes suaves en el brazo.

One Day At Time (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora