Cap. 30 La forma de mi corazón.

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- Eres tu... ¿Necesitas que te diga que me muero por que seamos más que amigos?- le sonreí.
- No es divertido... ¿Que es lo que realmente quieres de mi?-
- Una oportunidad... Dale una oportunidad a mi amor...

No estés lejos de mí un sólo día, porque cómo, porque, no sé decírtelo, es largo el día, y te estaré esperando como en las estaciones cuando en alguna parte se durmieron los trenes.

No te vayas por una hora porque entonces en esa hora se juntan las gotas del desvelo y tal vez todo el humo que anda buscando casa venga a matar aún mi corazón perdido.

Ay que no se quebrante tu silueta en la arena, ay que no vuelen tus párpados en la ausencia: no te vayas por un minuto, bienamada, porque en ese minuto te habrás ido tan lejos que yo cruzaré toda la tierra preguntando si volverás o si me dejarás muriendo.

Termino la lectura y busco su imagen, su gesto apasible me llena de tranquilidad, el interior de mi pecho se siente tibio, como encendido mientras la admiro, su piel blanca, sus mejillas encendidas, esos labios rosas... que no he parado de besar durante dos semanas, está descanzando sus ojos después de leer el libro que ahora está sobre su pecho y se mueve al ritmo de su respiración, mi vista se pierde en el dije que cuelga de su cuello.
Su pecho, esa zona de su anatomía que he deseado explorar y no me atrevo, creí que después de hacerla mi novia, sería más fácil... Pero ahora la veo como algo sagrado y sumamente delicado, quiero ser su caballero de reluciente armadura pues ella es mi bella y pura princesa...

- Es hermoso...- suspira mientras se acomoda en la pila de almohadas, que hemos construido como refugio para el calor en su balcón, el viento sopla moviendo su largo cabello y levantando un poco su blusa de ligera tela mostrandome su vientre, también puedo ver sus piernas que en esos shorts de mezclilla son una invitación al pecado.
- Es de Neruda...- le contesto, sin dejar de mirarla. Aún no sé cómo lo hago pero me contengo, tal vez me ayude el hecho de que Takehito está a unos metros en su despacho y la única condición que puso para permitirme cortejar a su princesa fue: nada de sexo, hasta el matrimonio será dificil.
- Así que has escuchado todo... Quien habría pensado que los libros de poesía de Taiki me servirían a mi, para conquistar a mi novia- beso suavemente su mano la cual está cerca de mi. Ella abré un ojo y sonríe...
Creo es muy buena idea darle otro beso...
Me inclinó sobre ella, para besarnos suavemente, pero el olor de su piel es embriagante, así mi boca busca más y ella me lo da, en dos semanas se ha convertido en una experta, aún recuerdo nuestro primer beso esa noche que mis labios estrenaron los suyos... Sin darme cuenta mi cuerpo está sobre el de ella, siento su calor mientras mis labios buscan su cuello para dejar lentos besos, puedo sentir sus manos entrelazandose en las mías así que por instinto las aprieto con cariño mientras las llevo sobre su cabeza, abre sus dedos y eso me permite recorrer su brazos hacia su cuerpo, siguiendo el camino por su espalda para adueñarme de su cintura, sin querer presionó mi pelvis en la de ella... Mi sorpresa es grande al darme cuenta que ella me da acceso abriendo sus piernas mientras me toma de cuello y busca mis labios propiciando un beso y un intenso deseo, esa sensación me invade mientras vuelvo a hacerlo, ella suspira en mi boca al sentir mi contacto...

- Sumi... ¡Sumi!- nos separamos de golpe al escuchar la puerta abriendose mientras Hiromi dicho sea de paso "mi suegra" entrar a la habitación, ella se levanta de un salto para ir en su dirección.
- Dime mamá...-
- Cielos, debería traerles limonada, te ves muy acalorada...- yo sonrió internamente, pues puedo imaginar a mi dulzura nerviosa tratando de disimular.
- No te preocupes ma, en el balcón no se siente tanto calor...-
- Necesito un poco de ayuda en la cosina, solo será un momento. ¡Seiya si quieres puedes acompañarnos!- grita para que pueda escucharla.
- Esperaré aquí si no le molesta- le digo asomandome por la puerta del balcón, enseñandole el libro.
- Claro que no, sabes que esta es tu casa- sonríe mientras, veo a dulzura jalarla fuera de la habitación.
- Vamos mamá...- mientras me dedica una mirada de complicidad.

LLEGASTE A MI VIDA, TU VIDA, NUESTRA VIDA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora