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Al volver a la rutina: trabajo-casa-trabajo-compras-casa, fue olvidando poco a poco por qué había tenido tanto miedo de vivir con Franco. Apenas se veían por las noches cuando él salia para su trabajo en el bar y por la mañana cuando regresaba y se iba directo a dormir. Al final todo había ido como Samuel dijo que iría.
No habían tenido problemas y la paz reinaba en el hogar.
Hasta ese día.

Una noche de viernes Helena se encontraba en el comedor viendo un thriller extremadamente sangriento en la tele cuando algo se estrello contra la puerta de entrada.

Vivía en un edificio cerrado al que se accedía con una llave imán, y ademas tenían portero. Alguien estaba intentando asustarla o ella estaba demasiado sugestionada, porque el escalofríos que la recorrió no era normal.

Agarró un cuchillo de la cocina y tomó su teléfono marcando al 911, el ruido se repitió y pensó que alguien estaba tratando de tirar abajo la maldita cosa.

Respiró profundamente varias veces y abrió mientras levantaba el brazo amenazadoramente. Pero del otro lado no había nada ni nadie.

"Tal vez solo fue el hijo de la pareja que vive arriba" intentó convencerse mentalmente, salió al pasillo mucho más tranquila y había un bulto al lado de su alfombra de WELCOME.

Volvió a levantar el arma y con el pie trató de moverlo, llamaría al conserje para quejarse inmediatamente. Cuando la cosa empezó a levantarse tambaleante.

--Helena... 

Casi se le salen los ojos de las órbitas. Esa voz.

--¿Franco? ¿Franco que paso?

Se acercó rápidamente a levantarlo y el olor a alcohol que salía de él casi la desmaya.

Volvió adentro a dejar el cuchillo y buscar un vaso de agua, estaba tan borracho como una cuba.

Con un poco más de fuerza de la necesaria le dio de beber con un sorbete y lo ayudo a levantarse apoyandolo en sus hombros. No había notado lo alto y macizo que era hasta ese momento, tal vez porque siempre evitaba mirarlo directamente. 

Tomándolo de la cintura sintió los músculos debajo de la ropa. Al entrar tropezaron con la alfombra y tuvo que agarrarlo un poco mas, la remera se levanto con el movimiento, y entró en contacto con la piel. Franco lanzó un gruñido y ella quiso creer que tenía las manos frías, pero era un sonido casi extasiado como para ser por eso. Sonrojándose entera le pidió perdón en una voz inaudible.

Sintió el calor de su mirada mientras lo dejaba en el sofá, se atrevió a verlo a la cara y se llevó una mano a la boca. El lado derecho de su rostro estaba hinchado y el labio partido.

--¿Que te pasó?-- Le dijo con toda la calma que pudo reunir buscando el botiquin en los cajones. ¿Por que estaba temblando?

Se sentó a su lado y con cuidado de no hacerle daño comenzó a curar sus heridas. 

--Cierra los ojos-- Le dijo con una voz demasiado suave que nada tenia que ver con la furia que llevaba dentro.

Al menos quería creer que era furia, a esa emoción que bullía en su interior no deseaba ponerle nombre. Era algo que no sentía desde hacía mucho tiempo.

No tentaras a la mujer de tu hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora