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*En la imagen: Samuel*

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Consideró seriamente dar media vuelta y pedir alojamiento en casa de alguna amiga o en callejones muy lejos de ahí, pero tendría que subir a buscar ropa limpia y todo el plan de fuga habría fracasado.

Hizo de tripas corazón y se dirigió al ascensor, pero se lo pensó dos veces y escogió las escaleras, un poco de tiempo y ejercicio para relajarse no le vendrían mal.

Se sentó en el ultimo escalón a pensar que iba a decirle, ¿debía ir por la confrontación o dejar que el diera el primer paso?, ¿poner las reglas desde el inicio o manejar las situaciones conforme se presentaran?, ¿tratar de ser una amiga o marcar claras distancias?

Lo peor era no saber que hacer, siempre había huido de situaciones que no pudiera controlar pero ahí estaba, sentada en una escalera mirando el numero 4 de la puerta de la vecina, sin tener el valor de entrar a su casa a darle la bienvenida a ese hombre tan distinto de su Samuel. Tenían la misma sangre, pero no se imaginaba dos seres mas opuestos, donde uno era rubio el otro era moreno, donde uno era abogado el otro era bartender, donde uno entraba el otro salia.

Pero, por lo que sabia, no siempre había sido así.

Su teléfono sonó en la cartera y vio un mensaje:

Samuel: Que tal todo, linda?

Yo: SENTADA FUERA DE CASA. ADIVINA ADIVINADOR...

Samuel: Helena...

Casi podía escuchar el tono dulce con el que decía su nombre, y ver la mirada reprobatoria que se convertiría en sonrisa.

Los miedos y dudas se evaporaron en un instante.

Yo: Que sepas que lo haré por ti.

Samuel: Esa es mi chica. No sabes cuanto aprecio esto. Ahora entra y pon todo en orden.

Al pasar unos segundos el móvil vibro con un nuevo mensaje.

Samuel: Te amo, cielo. Nunca lo olvides.

Yo: También te amo. Voy a entrar a domar al león. Adiós, cariño.

No había notado unas piernas que se paraban justo frente a ella, cuando levantó la vista se encontró con una mirada seria y molesta, los miedos y dudas volvieron.

--No hay comida, voy a comprar algo, ¿una petición especial?-- Había olvidado lo profunda que era su voz.

Helena se levanto lo mas rápido que le permitieron sus entumecidas piernas, había estado ahí mas tiempo del que creía. Se apuró a sacar dinero de la billetera pero él la detuvo con un gesto rápido.

--Tu prometido me dio como para mantenerme por mí mismo un mes, Samuel invita esta cena.-- La voz tomo un matiz amargo y pasó por su lado bruscamente.

Dirigiéndose al departamento volvió la mirada al lugar por donde había salido Franco, las cosas no fueron tan mal como esperaba.

No tentaras a la mujer de tu hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora