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Viernes por la noche solo significaba una cosa en el lenguaje de mis hermanas: fiesta.

Así que acá me tenían, en el departamento de Lucía a punto de tener una gran "fiesta de celebración" o más bien, a punto de tener otra noche de niñera de mis hermanas, si es que yo no estaba lo suficientemente ebria como para necesitar una también.

Un segundo después de terminar de arreglar mi maquillaje, y con alguna canción que hablaba sobre no parar la fiesta sonando de fondo, fui sacada a rastras del cuarto de baño por Miranda para comenzar la ya casi tradicional ronda de shots que hacíamos siempre antes de salir para el boliche.

Me senté en la encimera de la cocina mientras Miranda preparaba los shots y Carla rebuscaba en los armarios por una botella de tequila y llamaba a gritos al resto de las chicas.

-Vamos chicas, muevan el culo que el taxi va a llegar en cualquier momento- gritó mientras finalizaba su búsqueda con una sonrisa de satisfacción y murmuraba por lo bajo alguna queja sobre el escondite de la botella y ser olvidadiza.

-Vos hablas mucho pero siempre sos la última en estar lista, más vale que no te quieras cambiar de nuevo cuando llegue el taxi porque te dejamos, nena. - escuché y sonreí dándome vuelta para sacarle la lengua a Virginia, mi hermana mayor.

No sabría explicar cómo es que me encontraba así, en este momento. Hace años, no quería ni siquiera ver la cara de tres de mis cuatro hermanas. 




Después de una intensa y dramática charla con mi papá en la que me enteré de sus existencias, me negué rotundamente a conocerlas. 

Claro que todas mis protestas no fueron escuchadas por mi papá, quien siempre obtenía lo que quería

En el primer instante en el que las vi dirigirse hacia mí, supe que la convivencia iba a ser insoportable. 

Y lo fue. 

Una verdadera tortura. 

Pero de alguna forma –imagino que gracias a su insistencia- habíamos logrado convivir sin agarrarnos de los pelos cada dos minutos, por simples cosas: como de que Carla agarrara mi ropa (y la agrandara dos talles) sin permiso, o que Miranda revisara el diario íntimo de Lucía o simplemente tener a la otra respirando al lado mucho tiempo.


Carla terminó de servir los 5 shots de tequila y nos miró con una sonrisa bobalicona.

Que sea lo que tenga que ser.

-Delen chicas, que la fiesta recién empieza- dijo mientras tomaba su vaso- Este es por vos, Flor –dijo antes de tragarse el contenido de su vaso que, me imaginé, debía tener más sabor a alcohol etílico que nada.

Y lo descubrí después de tragar el mío.

Supuestamente, hoy estábamos festejando mi primer entrevista de trabajo, que era en unos días. Pero estoy segura que era solo una excusa de Carla para tener más fiesta de lo común.

Sonreí a las chicas y pegué un grito de emoción mientras ellas me miraban con sonrisas de orgullo plasmadas en sus rostros. Había conseguido una entrevista de trabajo cuando estaba a punto de perder las esperanzas, después de unas semanas.

Pero lo había conseguido.

La entrevista era para ser mesera en un pub que había abierto recientemente, nada demasiado importante podría decirse, por lo que justamente en cierto punto no entendía la emoción de mis hermanas.

Pero por otra parte, considerando mis miedos y las limitaciones que me generaba el tourette a la hora de buscar trabajo, sumandole mi edad y mi nula experiencia. La puta madre, si, esto merecía una celebración.

 A diferencia de mis hermanas, mi vida siempre se vio condicionada por mi enfermedad. Las distintas situaciones que había recorrido a lo largo de mi vida me habían llevado a convertirme en una persona llena de temores, sensible a las más minimas palabras y un ser totalmente dependiente de mi hermana Virginia.

Con el tiempo había aceptado que las cosas siempre me iban a costar un poco más. Pero ahora que ya era una persona adulta, había decidido que quería tener una mejor vida, más independiente.

 Y no me refiero solo a lo económico, había decidido hacer un cambio radical con respecto a mi persona y por ahora eso venía funcionando.

Durante este último tiempo había intentado ser una persona con una forma de ser un poco más libre, menos pretenciosa, más bondadosa y calma. Buscaba ser positiva y me gustaba centrar mi energía en las cosas que le hacían bien a mi cuerpo y alma, intentaba no enojarme por nada y sonreír más a menudo. 

Aunque podría decir que esto no era del todo cierto cuando convivía mucho tiempo con mis hermanas. 

En fin, había salido en busca de trabajo sintiendo que era una de las cosas que iban a ayudarme a hacer mi camino hacia una nueva persona. Y después de haber rechazado las insistentes propuestas de trabajo de mi padre, lo estaba consiguiendo. Por mi cuenta.

Así que cuando pude despejar mis pensamientos y decidir olvidarme de todo para disfrutar de la noche y mis hermanas, terminamos la no recuerdo si cuarta o quinta ronda de shots  y buscamos nuestras cosas para bajar a tomar el taxi que nos estaba esperando en la puerta dejando atrás una mesa con unas cuantas botellas vacías y ecos de risas.

Contra viento y marea. (Flozmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora