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La verdad no entiendo como todo ha cambiado tanto. Hace dos años que no nos hablamos, mi madre sigue creyendo que aún somos buenos amigos por culpa de Eunha, bueno, no ha querido que todo se líe aun más, aun que ya no quede más de lo que una vez hubo.

—Cariño, hoy pasa por la casa de Chimi y dale esta bolsa de mandarinas que trajo la tía ayer, le dices que el mes que viene nos toca reunión familiar.— Me dice mamá dándome una bolsa blanca. Asentí y sin mucho ánimo, cogí la bolsa, no quiero hacer sentir mal a mamá, así que finjo estar emocionado de poder ir a la casa de Jimin, luego salí de casa tomando la vieja bici que papá me regaló cuando cumplí 14 años.

—¡Vieja pero aun funciona!—Me ánimo a mi mismo, hablando en voz alta. Si, bueno, a veces hablo solo, no es ninguna enfermedad mental, antes cuando los chicos no querían hablar conmigo, hablaba solo, se reían y me volvían hablar y a escuchar cada tontería que salía por mi boca.—¡Aun que bueno, técnicamente la hago funcionar yo!—Digo riéndome a carcajadas solo. Para olvidar cosas que probablemente nunca vuelvan a ser igual.

Pasa mi anciana vecina y me sonríe, es como una segunda madre para mi, creo que a veces tengo más confianza en ella que en mi propia mamá, aun que ella es muy buena conmigo también, quiere que esté con Jimin y eso ya no... En cambio, la abuela Baek ya sabe lo de Jimin y creo que la historia completa.

—Buenos días TaTa ¡Cada vez estas más loco hijo! ¡Que alegría verte con tanta salud!—Exclama riendo con la voz algo ronca. Me río más que antes y le doy los buenos.

A pedaleo suave, ya que tengo tiempo de sobra para llegar a clase paso por casa de Seokjin, dicen que se mudará tan pronto como se gradúe, me pregunto si Namj...

Doy un frenazo y como consecuente mis pensamientos se desvanecen al ver que casi atropello a un niño pequeño. Dios santo bendito, me siento ahora mismo fatal, es la cosita más linda que podía haber visto en este mundo, me encantan los niños y no yo estoy en contra de la pedofilia, pero yo por poco lo atropello con la bici.

—Oh, lo siento muchísimo, de verdad que lo siento.— Digo hablando muy rápido ya que el niño parece estar al borde del infarto con el susto que le he pegado. El niño, que tendría unos 8 años, me mira y sonríe, solo asiente y se va cruzando la carretera por el paso de peatones.—Un día mato a alguien.—Me digo en voz alta, pero al escuchar esas palabras salir por mi boca río inconscientemente.

Al volver al tema de mi bici al subir me miro al frente para continuar mi trayecto pero veo a Hoseok mirándome.

El se llevaba bien con todo el mundo, nos reíamos todos juntos, era maravilloso, era el sol de nuestra vida y ahora es el único que no habla ya con ninguno. Jisoo me dijo que está pasando por un muy mal momento desde que todo ocurrió; era raro ver a Hoseok repetir por no ir al instituto por depresión.

No sé muy bien por lo que pasó, pero se nota que ya no es la persona sonriente que era, en verdad es triste; he querido hablarle millones de veces pero después de lo que pasamos el y yo... En fin.

Supongo que ya no se puede hacer nada. Siempre nuestros encuentros visuales son así: él me mira y yo lo miro, me voy primero y luego él, para mantener distancia.

Al llegar al instituto soy uno de los primeros en mi clase. Pero al entrar por la puerta veo a Namjoon mirando unos papeles, al entrar en clase me mira con recelo. Hago que no lo he visto y voy directamente a mi sitio. Ya pasado demasiado tiempo y aún no me acostumbro a esa sensación de melancolía cada vez que miro a uno de mis antiguos amigos.

Entrando por la puerta y corriendo con la cara pálida, acalorada y sudando a primera hora de la mañana, se acerca Yoongi a mi.

Tentations | BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora