Me gusta observarlo cuando no me mira, cuando tiene la mirada perdida, me gusta observar sus rasgos, tanto los grotescos como los delicados, su nariz, sus cejas, sus hermosa y arqueadas pestañas. Me mira, y es ahí cuando sé que hay algo más, algo que oculta, algo que lo atormenta. Lo sé por el brillo de sus ojos, tiene pedazos dañados en su interior. Los oculta, o eso intenta, pero para eso me tiene a mí, para tratar de borrar por completo esas cosas de su mente. Quiero creer que vamos a lograr la confianza necesaria, como para saberlo, para poder desnudar por completo nuestros más temidos demonios.