Mi nombre es Mike
Y soy un superviviente desde que este maldito infierno inició.
El mundo ya no es como antes.
El mundo ahora les pertenece a los muertos y no a los vivos.
Cuando los muertos llegaron, junto a ellos llego la desesperación haciendo qu...
— ¿Por qué nadie responde? —mis lágrimas estaban a casi nada de salir— ¿Por qué demonios nadie responde? Mi papá no puede estar muerto —con cada segundo que pasaba me sentía mas impotente— Tranquilo Mike, todo estará bien, recuerda tienes que ir a buscarlo —me dije a mismo— ¿Dónde estarán llaves? —revisé por todos lados y no las encontraba— Genial, no podría irme mejor, las malditas llaves no están —empecé a escuchar gruñidos que venían del asiento trasero y como era de suponer había un mordedor golpeando la reja que nos separaba— Oye amigo ¿tienes las llaves? —el mordedor seguía gruñendo y golpeando la reja— No me dirás nada ¿verdad? —suspiré— Será mejor que yo las busque —me baje del coche me puse en frente de la puerta— Ni se te ocurra morderme —preparé el bate, abrí la puerta y como era de esperar el mordedor me atacó tirándome al suelo, pero lo mantenía alejado con el bate— Te dije que no lo hicieras —rodé para quitármelo de encima— Quítese animal —me levanté y volvió a atacar— Si que eres un terco —lo empujé al suelo y pisoteé su cabeza— Me canse ¿Y la radio que me dio Clark? No me digas que caíste encima de ella —giré su cadáver para ver la radio rota— Carajo, bueno ahora a ver si tienes las llaves —revisé sus bolsillos— ¡Bingo! Las encontré, mmmh veamos que tienes en tu baticinturón —revisé su cinturón— Tres cargadores, unas esposas, una linterna, la pistola y su funda —una sonrisa se dibujo en mi cara— Será muy útil, te lo cambió por ni radio rota —le quité su cinturón y me lo puse— Esta bien hora de irme —me subí a la patrulla y la encendí.
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— Aquí el oficial Richards, ¿hay alguien?, Cambio — escuché la voz de papá.
— Papá, soy Mike ¿Estas bien?, Cambio —me sentía alegre.
— ¿Mike? Dios me alegro por escucharte ¿tu estás bien?, Cambio —preguntó preocupado.
— Si estoy bien, me dirijo a casa, Cambio —escuché unos gruñidos— Papá ¿Qué sucede allá?, Cambio —miré a todos lados esperando que no viniera alguien o algo.
— Cuando venía de la estación a la casa, choqué mí patrulla con un coche, sonó la alarma y corrí hasta a la casa, pero ahora tenemos visitas, pero estoy a salvo, Cambio —mis latidos eran lentos— Busca un lugar seguro y atrinchérate ahí, no te preocupes por mi —una ola de sentimientos me golpeó.
— ¡Claro que no te dejaré! ¡Con mas razón iré por ti! —solté la radio— Si hay muchos mordedores una pistola no servirá de mucho —baje de la patrulla— Por favor Dios dime qué hay algo útil en la cajuela —abrí la cajuela con los ojos medio cerrados— No jodas, gracias Dios —había una escopeta— Y también esta la mitad de la caja de cartuchos —sentía como el universo me sonreía.
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