No me olvides. {FINALIZADO}

Pequeña ave.

Soy un ave.

Aleteo día tras día justo al amanecer, el viento me eleva delicadamente y yo emprendo vuelo lo más pronto posible. Pero no se a dónde voy.

Puedo ir a muchos lugares, disfrutar el agua, ver el cielo, y contemplar las estrellas. Pero no puedo comprenderlo, no soy ellos.

La primavera llega, las flores crecen, el sol tarda en ocultarse, los pájaros cantan desde muy temprano, y los colores se vuelven más vívidos.
La he visto por mucho tiempo.

Soy un ave.

Hace mucho tiempo que estoy volando.
Conozco las regulaciones del clima, conozco la dirección del aire, y conozco todo lo que se encuentra debajo.

Este mundo es hermoso... Pero no soy él.

Soy una pequeña ave.

Que lleva mucho tiempo en este mundo, en la misma dirección.
Pero no puedo encontrarme. Estoy perdido a pesar de que sé por donde volar todos los días.

El cielo nunca me ha hablado, no lo conozco.
Paso por debajo de él todas las mañanas, pero nunca me ha dicho nada.

Llevo mucho tiempo con él, pero nunca quiere escucharme.

Hay muchas aves como yo, que pasan siempre a su lado, unas llevan poco tiempo aquí, y otras más que yo. Unas se han ido, y otras han llegado.

Todas desaparecen en algún punto, y yo también lo haré en cualquier momento. Estoy esperando.

Cada vez me elevo menos.
Cada vez me siento mas cansado.
Cada vez más me deshago en pleno vuelo.

Pero aún no encuentro nada que me detenga. Que pueda decirme, -para, y vete de aquí- solo eso.

Estoy perdido.

El verano llega, el calor se intensifica, el sol llega a puntos extremos, sus colores se vuelven vívidos y cálidos. Es extravagante, lo he visto por mucho tiempo.

-¿Estás cansado? -por primera vez aquel cielo tan reluciente me dirige la palabra. ¿Ahora vuela tan mal cómo para que él me lo pregunte?

-¿Por qué lo preguntas? -le aviento otra pregunta, sin responder a la anterior. ¡No quiero responder a eso!

-Llevas mucho tiempo volando. ¿No estás cansado? -no le respondo, solo sigo con mi vuelo- ¿Quién eres?

-Algo me dice que soy Azahar... Pero si me hubieras dirigido la palabra antes ya lo sabrías, todos aquí lo saben.

-¿Así te llamas?

-¡No me llamo así! ¡Solo soy Azahar! -respondo algo molesto e irritado.

Me siento agotado.

El otoño llega, las hojas caen, el cielo toma colores cálidos y adormecedores, el viento es fuerte pero te hace sentir más vivo. Lo he sentido mucho tiempo.

Mis alas... Se están cayendo.

Y mi cuerpo... Se está pudriendo, ¿no es así?

No me queda mucho tiempo.

-¿Por qué estás tan molesto? -me pregunta nuevamente.

-No lo sé... ¿Debo tener una razón?

Mis alas siguen cayendo.

-No me olvides, por favor... -comienzo a perder vuelo- Estoy cansado... Tienes razón.

-Azahar... Prometo no olvidarte cuando partas de aquí y desaparezcas como los demás. Pero, ¿sabes? Me duele recordar a todos los que se han ido. ¿No te dolería verme así?

No le respondo.

Estoy cayendo.

-Azahar... Tú debes olvidarme. -susurra nostálgicamente, un tono de arrepentimiento- Lamento nunca haberte hablado...

Esas palabras me hacen sentir un poco triste.

Mi cuerpo se estrella con el suelo.
Ya no estoy volando.

Mi tiempo se ha terminado, solo quiero ser libre y descansar.
Tenía miedo... Sin embargo, sé que ahora estaré mejor.

Algo me duele.
Me duele aquel cielo tan brillante.
No le pregunté su nombre, yo no sabía nada sobre él, ni él sobre mí.

Y aún así... No me está dejando ir, porque yo le pedí que no lo hiciera.

Cuantas cosas han desaparecido de aquí... No podría contarlas.

¿Recuerda a cada una de ellas?
¿No puede olvidar a nadie?
¿No quería hablarme porqué sabía que yo iba a desaparecer en cualquier momento?
No lo sé...
Él no es feliz, es lo único que sé, que puedo comprender.

El invierno llega, las flores mueren, los árboles no tienen hojas, las aves se descomponen, los colores son fríos y las noches dan terror. Lo he vivido mucho tiempo, pero ahora soy libre.

El sol se oculta...

Soy una pequeña ave, que ha caído a pleno vuelo, pero él prometió no olvidarme...