Capítulo 31

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Cristina

Después de dos días de viaje en un silencio sepulcral, solo saliendo del coche para comer, llegamos a un pequeño pueblo en medio de la nada. Ni tan siquiera estamos ya en mi país. Cuando salimos del coche me encuentro delante de un edificio bastante sucio y arruinado. Me quedo parada mirándolo. Es ancho pero no muy alto. Tiene diversas puertas con telefonillos. Parece el típico piso franco.

- Tranquila, nos quedaremos aquí durante poco tiempo – me dice Derek pasando por mi lado con las maletas.

Lo miro y me quedo en silencio. El mismo silencio con el que lo he condenado desde que me pilló en mi penosa huida. Él se gira a mirarme con semblante triste, como lleva haciendo todo el tiempo que intenta entablar conversación sin éxito conmigo. Finalmente se rinde y deja una maleta en el suelo para picar uno de los telefonillos. La puerta hace un ruido muy extraño y Derek la empuja con el hombro.

- Primera puerta del segundo piso – me dice Derek cuando entro por delante de él.

Subo las escaleras sin tocar la mohosa barandilla hasta que veo a uno de los chicos que acompañaban a Derek en la escuela.

- Buenos días, espero que hayas tenido un buen viaje. Pasa – me dice señalando el interior.

No le contesto y paso por delante de él. Al entrar veo un comedor grande muy desgastado; las paredes están sucias y con grietas por todos los lados. Apenas hay muebles; una mesa con dos sillas, una televisión pequeña, un sofá y dos sillones. Estos últimos están ocupados por tres chicos más. Me fijo en el jarrón con una rosa en medios de la mesa.

- Hemos intentado dejarlo lo mejor posible para cuando llegarais, pero es lo mejor que hemos podido encontrar en tan poco tiempo – dice encogiéndose de hombros y poniendo las manos en los bolsillos. Yo me mantengo callada - Por cierto mi nombre es Alec, y ellos son Sam, Milo y Carlos.

Los miro allí parada en medio del salón. Son cuatro chicos altos y guapos. Milo, de pelo castaño y ojos marrones, y Carlos, de pelo negro y ojos color miel, son los que parecen más mayores, alrededor de unos 27. Alec y Sam los he visto por el colegio. Me mantengo callada, haciéndoles más incomodo el momento. Ni tan siquiera soy capaz de sacar fuerzas para hablar. Derek llega por la puerta con más maletas y la cierra.

- Bueno, ya estamos todos. ¿Nos enseñas las habitaciones Alec?

Alec suspira y asiente.

- Ni tan siquiera estaba de acuerdo con esto – escucho que murmulla.

Bienvenido al club. Nos dirigimos por el pasillo pasando varias puertas hasta llegar a dos, una al lado de la otra.

- No sabía si querríais la misma habitación o no así que he preparada estas dos. La de la izquierda para ti Derek y la de la derecha para la humana. Todo y que si queréis podéis compartir la habitación de la izquierda.

No lo pienso ni dos segundos antes de abrir la puerta de la derecha y encerrarme dentro de la pequeña habitación.

- Parece que la humana decide – le escucho decir a Alec desde atrás de la puerta – no me habías dicho que era muda.

- No lo es – escucho contestar a Derek antes de oír la puerta de al lado cerrarse.

- Pues estás jodido.

Cuando ya no escucho más voces me apoyo en la puerta y me dejo caer al suelo. Pongo la cabeza entre las rodillas e intento inspirar y expirar lentamente. El agobio y el medio me llenan entera, por lo que intento relajarme lo máximo posible. Miro a mí alrededor. La habitación es pequeña, solo tiene una cama individual y un armario pequeño. En una de las paredes hay una ventana con una silla. Me levanto y dirijo hacia allí. Por ella se entrevé el bosque. Me siento en la silla mirando hacia afuera y dejando el tiempo pasar.

SED DE TI <3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora