Capítulo 30

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Cristina

No sé cuánto tiempo me quedo sentada en el sofá pero de repente un cosquilleo me sube por mi columna vertebral. No me preguntes cómo pero sé qué Derek está aquí y sé que algo va muy, pero que muy mal. Cuando levanto los ojos para mirarle sus ojos son oscuros como la obsidiana, decididos mirándome.

- Tenemos que irnos – me dice sin rodeos.

- ¿Dónde?

- Lejos

- Pues adiós – le digo mirándolo, sin comprender realmente nada de lo que me está diciendo.

- Tenemos, Cristina, tenemos. Tú te vienes con nosotros.

Me lo quedo mirando con una ceja alzada y de repente me pongo a reír. No sé porqué, simplemente la risa brota de mí y no puedo detenerla. La situación es tan absurda que hasta lágrimas escapan de mis ojos. ¿Se puede reír sin ser feliz? Él me mira extrañado.

- Tu flipas – le digo simplemente secándome los ojos y intentando respirar con normalidad.

- Creo que no lo estás entendiendo. No es una pregunta. Ni una afirmación. Es una orden.

- Y yo no tengo que obedecerte – le digo mirándolo.

- Pues quédate y muere – dice con el semblante tan serio que hace que me espabile de golpe. Me froto la frente con la mano a causa de una leve molestia en la cabeza que cada vez va aumentando.

- Por favor Derek, explícate – le pido simplemente.

- Estoy jodido Cristina. Llevo años escondiéndome de los de mi raza porque mi cabeza tiene un precio y muy elevado. Y si me encuentran lo mejor que pueden hacer es matarme. Los tres vampiros que maté ayer estaban buscándome, y en cuento sepan que están muertos solo les quedara atar cabos.

- ¿Y eso a mí que me importa? ¿Qué tiene que ver conmigo? ¿Por qué yo debo irme? – Le digo levantándome nerviosa de repente por tanta información.

- Tu rastro. Sabrán que eres mía des de el momento en que pongan un pie aquí. Y no puedo jugármela a que te encuentren.

- Bueno es indiferente ¿no? ¿No eras tú el que quería matarme cuando todo te aburriera? Pues ellos harán tu trabajo sucio.

Sus ojos muestran durante un segundo una pena descomunal al momento en que mis palabras le llegan. Yo aparto mi mirada, arrepentida, pero no retiro lo dicho.

- Las cosas han cambiado – dice simplemente.

- ¿En qué? ¿Eh? Dime, Derek, en qué coño han cambiado – empiezo a enfurecerme y lo miro otra vez a los ojos y empiezo a dirigirme a él – Dime una maldita buena razón por la que deba abandonar todo lo que conozco por ti. Dime de una vez por todo que he hecho yo para merecerme esto. Oh, ser todo poderoso, oblígame si te atreves – le digo ya muy cerca de él.

Él me mira durante lo que me parece una eternidad. Por sus ojos pasan miles de emociones. Abre y cierra miles de veces la boca para decirme algo, pero no lo consigue. Al final suspira derrotado y desaparece de mí vista. Yo suspiro, pensando que se ha ido, que por fin me ha dejado tranquila, y a la vez temerosa de lo que me ha dicho. Pero no pasan ni cinco minutos que lo vuelvo a tener delante con una maleta en la mano. Lo miro sin entender que pasa cuando de repente él se acerca y me carga encima de su hombro. Empiezo a patalear cuando me doy cuenta de sus intenciones. Me va a obligar, mejor dicho, me va a secuestrar. Empiezo a chillar como loca y a patalear sin parar. Le grito de todo tipo de barbaridades.

SED DE TI <3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora