8.

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Ana sabía que no había terminado, una relación de dos años y medio no termina con la proclamación de cinco palabras y una salida apresurada. Sabía que la iba a llamar, y si no la llamaba, entonces ella lo iba hacer. No había terminado, pero estuvo cerca. Había casi terminado, que, de alguna manera, era lo suficientemente bueno. Bastaba para sentirse aliviada de que había tenido las agallas para defenderse a sí misma ese segundo antes de haber huido. No deseaba ser una cobarde. Para todos lo de Agoney estaba oculto, al menos había sido lo suficientemente valiente para, eventualmente, proceder a limpiar, para ser sincera, para hacer frente a sus temores. Deseaba verse a sí misma de algún modo valiente. Tal vez, esta noche, ha sido un paso hacía esa dirección.

El apartamento estaba oscuro, vacío, cuando Ana giró la llave. Se sintió aliviada de no tener que hacer frente a su compañera de habitación y el bombardeo de preguntas que seguramente seguirían. Sin embargo, aunque aún no se decidía, si quería o no estar sola. Fue al congelador, y agarró una botella de zumo de uva y se la llevó a su habitación. Bajó su bolsa de mensajero - lo más parecido a una bolsa que llevaba - por la puerta. Fuera, un coche que pasaba, bocinas, niños gritando. Se sentó en el borde de la cama y se tomó su bebida.

Lágrimas negras empezó a sonar en alguna parte de su bolsa, y Ana la observaba, pero no atendió su móvil. Era Javier, y era demasiado pronto. Necesitaba más tiempo para preparar el argumento de su ruptura, para construir una mejor defensa contra su caso. Suspiró contra el silencio, se quedo sin aliento ante la posibilidad de que pudiera sonar de nuevo. Cuando no lo hizo, se relajó, mirando alrededor de la habitación, bebiendo su zumo. Necesitaba nuevos carteles, decidió a partir de un momento de reflexión, o tal vez sólo más de ellos. Los que había estaban empezando a desgastarse en los bordes, y se hicieron pequeños para cubrir el feo desgaste de las paredes.

Su portátil, que había olvidado apagar antes de salir, zumbó suavemente detrás de ella, y se volvió a mirarlo. ¿Su correo electrónico había sido contestado? se preguntó, después de haberlo olvidado hasta ese momento. La obra de Dalí cisnes reflejando elefantes la miró desde el papel tapiz de su escritorio y le dio clic a su cuenta de correo electrónico. Mientras su correo cargaba, su teléfono móvil comenzó a sonar de nuevo. Ana saltó fuera de la cama y recogió la bolsa. Agarró su móvil de las profundidades y echó un vistazo a la pantalla por un momento antes de apagarlo. De vuelta en la cama, miró el monitor. El nombre "Mimi Muñoz" la miraba desde de la bandeja de entrada. Sonrió mientras hacía clic sobre su correo. Cuando termino de leerlo, hizo clic en 'responder' se mordió el labio y comenzó a escribir.

Querida Mimi,

Me alegra saber que pase la prueba de no sonar pretenciosa. Dado que eres una experta y todo, supongo que tendré que confiar en tu juicio. :) Por favor, no pienses nunca que lamento que mi obra este contigo o que la quiero de vuelta. No podía pensar en que nadie más lo tuviera, honestamente. Es una cosa extraña, lo que pienso sobre la venta de arte. Hay realmente sólo una, ¿sabes? Y cuando se ha ido, y no tienes idea de donde está, o quien lo tiene, o si incluso alguien la aprecia. Tal vez, sólo se lo dio a alguien como un regalo (sólo uno-lo tiene-como- recuerdo de-Madrid) y la persona la odiaba y la tiró lejos.

A veces me preocupa que eso pasase. Y así, cuando se trata de una pieza que realmente me importa -, como "Sombras" - no puedo soportar la idea de que alguien, en algún lugar, la tiró a la basura. Significa mucho para mí saber que te gusta. Porque no es solo halagador para mi ego (aunque también lo es) y no porque me da cierta confianza en mí misma (aunque sí lo hace), sino porque sé que está segura y apreciada, y no tirada en un vertedero en alguna parte.

Acerca la pregunta, no sé cómo responder a ella. Estoy muy mal en cuanto auto-análisis. En los últimos meses me he sentido como si todo lo que creaba era totalmente falso. Ha sido un largo tiempo desde que he hecho algo que realmente me importaba. La verdad es que me he estado sintiendo realmente adormecida. No sólo en mi obra, sino en general.

El lado ciego del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora