15.

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- "¡Tiempo!"

La profesora Zamora llamó con el sonido de resentidos murmullos.

- "Pinceles abajo. Dejen sus pinturas en los caballetes. Por favor, asegúrense de que han puesto su nombre legible en el lienzo antes de salir. ¡Disfruten de sus vacaciones! Veré a algunos de ustedes el próximo semestre. "

Ana puso su pincel y miró la pintura antes de salir. La terminó, más o menos, y la disposición de tonos azules en el lienzo parecía realmente presentable. Se aseguró de que había firmado en la esquina lo mas legible como sea posible, y recuperó su bolsa de mensajero de debajo del taburete.

- "Ana Alicia Guerra, por favor, venga a verme antes de irse."

Por un momento, Ana pensó que había oído mal. Que la profesora había dicho un nombre que se asemejaba al suyo, pero no lo era. Sin embargo, cuando miró a su alrededor, se dio cuenta que los demás estudiantes estaban retirándose de la sala y sabía que no había sido un error. La profesora Zamora la había llamado a ella.

Trago nerviosamente, Ana hizo pasar las filas de los demás y al final espero a que los estudiantes se dispersaran diciendo adiós a la profesora. Era la primera vez que la profesora la había llamado a su escritorio después de clases, y esperaba desesperadamente no estar de alguna manera en problemas. ¿Que había olvidado una cesión? ¿Que accidentalmente había mirado a su alrededor mientras que pintaba, que le llevó a pensar que había copiado el trabajo de otro? Intentó no pensar en ello, como ella esperaba. El último de los estudiantes finalmente salió de la habitación, y la profesora volvió sus azules ojos de hielo sobre ella.

- "Ana Alicia"- dijo, en una voz que no daba ninguna indicación de si estaba loca o no.

- "Sí, profesora?"- Asintió y esta se volvió a mirar hacia abajo en algo de su escritorio. Ana juzgó para ver de qué se trataba, para obtener una pista sobre lo que venía, pero nada apareció a cabo.

- "Presentó una pieza llamada El silencio, ¿no?"- Ana asintió, su corazón latía algo irregular. Ella intentó sacar adelante un recuerdo de la pintura, pero no surgió nada.

- "Yo."

- "Fue..." Hizo una pausa para buscar en ella. "... De inspiración".- Ana se permitió un respiro.

- "¿Lo siento"?

- "No estoy en el hábito de la repetición de elogios para los jóvenes, sin experiencia hace a los artistas a sentirse fanfarrones".

Ana ingirió de nuevo. Los ojos azules de hielo consideraron su silencio. Cuando habló de nuevo, su tono era ilegible.

- "Me gustaría que su pintura estuviese en el Art Show de Estudiantes la próxima semana en la galería del Reina Sofía. Usted puede elegir otras tres piezas, aprobadas por mí, por supuesto. Sus piezas se pueden poner a la venta, si usted desea. Un experto de la galería trabajará con usted para determinar el costo de cada pieza. No me molesto en preguntar si no le interesa, ya que sería una tonta al negarse. Por lo tanto, por favor, este aquí el lunes por la mañana, a las ocho en punto, con las piezas de su elección. Trae varias opciones, como soy muy puntillosa y en corto tiempo. Buen día, Ana Alicia. "

No había reaccionado, sin embargo, lo que ella le había dicho. No totalmente. Pero reconoció que era una cosa buena, y respondió en consecuencia.

- "Gracias, señora! Voy a estar aquí el lunes a las ocho. "- Ya se había despedido de ella y puso de manifiesto su desinterés por la forma en que dirigió su atención al trabajo de los estudiantes que quedaban en la sala. Ella la miraba con interés, a sabiendas de que debería dejar, pero deseaba ver lo que pensaba de su final con lo que pasó. Para su decepción, apenas le dio una segunda mirada. Se fue, entonces, y salió de la habitación. En el pasillo, se detuvo para absorber lo que la profesora le había dicho. Inspirada, la había llamado. Inspirada.

El lado ciego del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora