Capítulo 4

28 8 1
                                    



Aunque ahora estaba más cambiada seguía siendo ella mi pequeña Annie, aunque el tiempo haya transcurrido aun podía disfrutar de sus lindos ojos color verde azabache, la niña que fue había desaparecido, podía verlo en su cuerpo tenía unas curvas bien marcadas unos pechos medianos y ni hablar de su parte trasera.

— Uy tranquilo vaquero, un cafecito debería ser primero. — Seguía siendo ella, aun con el tiempo sabia como avergonzarme.

— Ya me lo has ofrecido y ha terminado encima de mí, me temo que si te invito un café ahora vas a terminar bebiéndolo de mí. — Noto como sus mejillas se acaloran, muerde su labio, mandando a mi cordura a la basura. — Vamos entonces. — No dice nada, asiente con la cabeza y toma mi mano.

— Cuál es el tuyo. — dice con la cabeza baja aun

— Mustang deportivo color negro. — abre los ojos exageradamente, sin decir nada toca la guantera.

— Sí que eres un niño pijo ahora.

— Llegamos a mi departamento sin hablar todo el camino con ella siempre, todo era natural, ni el silencio era incomodo a su lado. Entra viendo por todo lado pone mucha atención a cada detalle del departamento, se retira su chaqueta para soltarla en el piso algunas costumbres no desparecen nunca, recojo la prenda del piso para colocarla en el perchero toca una notas en el piano del fondo del recibidor.

— ¿Quieres beber algo?

— Una coca light. — dice aun viendo por todos lados, toca las banderillas de los dodgers que están en la pared. — Aun eres fan. — me pregunta.

— Claro solo que el día de hoy no pude ver el partido por Eloisa.

— Ya somos dos. — Dice con acto teatral

Tomamos en silencio nuestras coca colas, no podía perder ni un detalle de ella, era hermosa siempre lo fue, podía ver su singular lunar debajo del labio inferior, aunque ahora daba aires de que está un poco más ruda presiento que sigue siendo la misma niña asustadiza. Aún conserva su miedo a las arañas o la oscuridad, le seguirán gustando las gominolas cumplió su sueño de pintar como Davinci.

Una ola de incertidumbres se llenaban en mi cabeza, pude haber tratado de buscarle pero siempre he sido un cobarde no quería volver a estas frente de él me aterrorizaba el hecho de que pudiera siquiera escuchar su nombre de nuevo, aun con veinticinco años le temo, sé que murió pero su imagen me persigue por todo lado.

— Ha pasado mucho tiempo. — digo en un suspiro.

— Es verdad han pasado tantas cosas desde que te fuiste. — sostengo su brazo en señal de protección. — Cuéntamelo todo. — le susurró al oído. —siento su cuerpo estremecerse pero lo ignoro.

— Desde que el murió he tenido que luchar sola, consiguiendo hasta cuatro trabajos para sobrevivir. Había días en los que ni siquiera comía todo iba en picada, hasta que un día Miguel un amigo de ese hombre llego a mi vida. No niego que el primer mes fue genial, tenía comida y un techo donde dormir, termino violándome una vez más se repetía todo, se robó mi dinero y huyo. Tiempo después me entere que había muerto de una sobredosis.

AmourWhere stories live. Discover now