II

67 10 1
                                    

Bueno, y ahí estaba yo, muerta de miedo, debajo de las sábanas como una niña peque. En realidad lo de las sábanas no sirve para nada excepto para hacerte creer a ti misma que estás bien, que estás protegida cuando lo único que haces es dejar de verlos, como el mito de las avestruces que cuando se asustan meten la cabeza bajo tierra. 

Tú crees que como no los ves ellos no te ven, pero amigos, ellos saben que estás ahí, pueden olerte, tu miedo es como una droga para ellos, se alimentan de él y les hace aún más poderosos si cabe. 

Podía escuchar su respiración, era demasiado larga y ruidosa, en contraste con la mía que era entrecortada y lo más silenciosa que podía. Sentía su mirada en mí, era como si me estuvieran apretando el pecho muy fuerte, tenía náuseas y por momentos el calor iba aumentando bajo la sábana, sentía que me estaba quedando sin aire. No aguanté más y tuve que asomar la cabeza para poder respirar.

 Miré al techo, donde antes había estado esa cosa se formó una especie de mancha amarilla muy fea y parecía oler mal. Me quedé sorprendida al no verlo, pero podía sentirlo, estaba en mi cuarto, recorrí la habitación con la mirada. Lo encontré, estaba justo en la esquina que hay al lado de la puerta que daba al pasillo, estaba cabizbajo, pero en cuanto notó que lo miraba levantó la cara rápidamente y puso esa horrible sonrisa.

Empezó a incorporarse un poco más. Era muy alto, casi se chocaba con el techo, donde había estado hace un rato. Se me estaba acercando muy lentamente, yo no sabía que hacer, no me esperaba que fuera a acercarse. Siguió avanzando lentamente, era como una tortura verlo acercarse mientras yo solo permanecía quieta. Notaba como poco a poco  su sonrisa se hacía más grande según se acercaba.

Estar paralizada te hace sentir impotente, viendo como se acerca algo que sabes que te hará daño y no puedes hacer nada.

De repente se quedó parado justo delante de mi. Me saltó encima, mientras aguantaba mis muñecas, me tumbó, apoyó sus codos en mi estómago y abrió la boca, la puso a la altura de la mía y empezó a inspirar muy fuerte, pero no expiraba solo inspiraba e inspiraba, empecé a notar como me estaba absorbiendo, parecía que me robaba la vida y cada vez iba a más, me desmayé, me quedé totalmente indefensa. Lo último que pude escuchar fue...
-Gracias, volveré a por Más. Jajajaja- Y se fue, y yo me quedé totalmente inconsciente y agotada.

Gracias por leer, no olvides votar y compartir, me hace muy feliz ver que les gusta lo que escribo 🖤🖤

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 18, 2018 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

¿CREES EN ESPÍRITUS? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora