Capítulo Final

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Déjalo, ni siquiera has ido a esa Fiesta seguro.

—No sé de que hablas, bueno tengo cosas que hacer.... —solté y salí
Pitando de lo más nerviosa.

Teresa se percató y me preguntó:

—¿Y ahora qué?

—¡Me ha preguntado por Caperucita a mí! Me he puesto de los nervios y
He abandonado su despacho como una loca.

—Tal vez deberías escribirle a ese correo del anuncio y pedirle que desista.

—Sí, es lo mejor. Ahora mismo lo hago.

Me coloqué en frente de mi ordenador y antes me creé una cuenta nueva
de correo, toda precaución era poca para que descubriese identidad, así que le escribí desde mi nuevo email:

Por favor, deja de buscarme y retira los anuncios, lo de aquella noche fue
muy especial, te recordaré siempre y por respeto a ese recuerdo te pido
que dejes de buscarme. Siempre tuya, Caperucita".

En apenas minutos respondió a mi email y leí el remitente;

Ojalá fueses mía como dices, tengo que verte, por favor no me pidas que
deje de buscarte, necesito verte. Me tienes embrujado.

Yo no sé ni que contestarle, al final los emails se alargaban y alargaban
entre él y yo sin que consiguiese que retirase los anuncios e insistiendo en
verme. Así que le propuse algo:

Está bien, quedamos por última vez, pero únicamente para aclarar esto y
no volveremos a vernos.

A lo que me respondió:

Está bien, te mando las señas de mi casa. Puedes venir esta tarde o cuando quieras, te estaré esperando. Y retiraré los anuncios y haré lo que me pidas si accedes a venir.







Al terminar mi jornada laboral me encaminé a casa de Noelia, le pedí el
antifaz del disfraz y que me maquillase de la misma forma que aquel
viernes.




Me puse mis gafas de aviador, por que eran las únicas que cubrían mi
antifaz y así no sentirme ridícula caminando por la calle con el antifaz a vista de todos. Y me dispuse a ir a casa de Eugenio. Toqué a su puerta y él me abrió entusiasmado:


—Dudaba si vendrías. No sabes como me alegro que hayas venido.

—He accedido a venir para decirte que esto se acabó.

—Pues no deberías haber venido tan sólo para eso, confiesa, has venido
por que tú también deseas repetir.

—Te equivocas lo hice por tu insistencia, tú no lo entiendes no puede ser.

—En el fondo sé que lo deseabas, aquella noche conectamos, como nunca
antes lo había hecho con una mujer, nos gustamos y hay algo más que
química entre nosotros no lo niegues.

—No puedo.

—¿Por qué?

—Por que en la vida real soy muy diferente a como tú crees y no te
gustaría.

—Bueno, eso déjame decidirlo a mí.

—No funcionaría, además tú tienes una fama de play boy...

—Muy bien, así que tú me conoces y yo a ti no. Eso es estar en desigualdad de condiciones ¿no crees? Yo solo te quiero a ti ¿no lo entiendes?

—Tú solo quieres acostarte conmigo.

—Eso ha dolido. No es así, quiero conocerte mejor pero tú no me dejas. La
otra noche te recuerdo que saliste huyendo de mí después de salir del
guardaropa. Así que no me dejaste muchas opciones de poder conocerte de verdad, te recuerdo, o de que tú pudieses saber si lo deseaba siquiera.
Pero veo que eres de las que sacan conclusiones precipitadas y te dejas llevar por los rumores también.

LA ESPANTA HOMBRES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora