Capítulo 13

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—Eres un estúpido o un valiente.

Louis sacudió la cabeza. El mundo estaba girando. No podía sentir el suelo bajo sus pies.

—¿Por qué has vuelto a la ciudad, Louis?

Louis miró al comandante Louis Gaudet.

—¿Te has... te has vuelto muy consciente de tus oídos? Están... justo en la cabeza.

—¿Está drogado?

—Probablemente —respondió Shine.

La voz de Gaudet salió justo enfrente de la cara de Louis.

—¿Es una especie de código, muchacho? Le quitaste la radio, ¿verdad?

—Sí, señor —replicó Shine. Señaló la pila de efectos de Louis en un rincón de la habitación.

—Aun así, compruébalo por si tiene algún cable.

El gran hombre agarró la camisa de Louis y tiró, arrancó los botones. Manos ásperas le registraron. La cabeza de Louis cayó hacia adelante. No parecía capaz de detener el zumbido.

Dedos se aferraron a su cabello y tiraron de su cabeza hacia atrás. Una mano callosa le golpeó la cara.

—¡Despierta, maldita sea!

Louis forzó los ojos a abrirse e inhaló ruidosamente. Louis Gaudet le miraba. Su rostro se osciló y Louis trató de parpadear para alejar la aparición.

—¿Qué demonios hay en ese polvo? —preguntó Gaudet.

—Un par de cosas. Raíz de Valeriana. Polvo de amapola. Huesos de un gato blanco puro.

—Eso está mal, hombre —murmuró Gaudet—. Lo has liado todo.

Miró a Shine de arriba y abajo. El hombre había ganado algo de músculo en los últimos cinco años, si eso era posible. Los ojos de Louis se posaron en el bulto en forma de cilindro en el bolsillo de Shine. Era un tubo de su jodido polvo vudú o uno de sus EpiPens de la habitación sobre el bar. Harry los había sacado y Louis no había podido encontrarlos todos en su prisa por hacer las maletas aquella mañana. Eso significaba que Shine había estado en esa habitación, lo que significaba que Ava los había entregado o había sido obligada a hablar.

Louis cerró los ojos.

—¿Cuánto polvo de amapola?

Shine rio, y un momento después un cubo de agua golpeó la cara de Louis. Jadeó, tratando de no hiperventilar mientras el agua helada bajaba por sus brazos para escurrirse por las cuerdas que le ataban las manos.

—¿Por qué has vuelto a la ciudad, Louis? —preguntó Gaudet.

Louis trabajó duro para tragar. Sacudió la cabeza.

—No me creerías.

—Prueba, hijo. Tenemos todo el día y toda la noche para sacarte la verdadera historia. —Levantó una jeringa y la agitó para que Louis la viera—. Podemos hacer que sea una sobredosis rápida, o podemos hacer que sea una dolorosa. Tu elección.

Louis cerró los ojos y asintió.

—Bueno. Está bien. —Se lamió los labios y empezó a flexionar los músculos, probando las cuerdas. Sus muñecas estaban atadas a las patas traseras de la silla, y sus tobillos estaban sujetos a las patas delanteras. El agua le había dado un poco de margen, pero seguía sin poder liberarse—. Yo... estoy aquí en un trabajo.

T&G~ Adap. L7 LSWhere stories live. Discover now