Dos horas después de Louis le dejara, Liam se unió a Harry la planta baja para el cambio de guardia.
—Zayn está arriba – le dijo Liam.
—Genial –gruñó Harry.
Empezó a subir los escalones, cada crujido del cristal le llevaba más cerca de otro enfrentamiento con Louis, a una noche de dormir con su amante justo al lado y sentir que había un extraño en su cama. Cuando llegó a lo alto, tomó una respiración profunda para tranquilizarse.
Cada vez era más difícil frenar la creciente rabia. Había tenido dos horas para pensar en nada más que todas las veces que Louis debía haberle mentido para evitar ser atrapado, todas las veces que habían hablado de su tiempo en Miami, Louis debía haber estado buscando información.
Todas las veces que Louis simplemente le había mirado a los ojos y mentido.
Su fiesta de veinte años. Había visto a Richard Burns allí, y ahora sabía exactamente donde había desaparecido Louis. No había estado cogiendo esa maldita orquídea de su coche. Dios sabía lo que habían estado discutiendo. Cerró los puños y se detuvo en los escalones. Quería subir y golpear a Louis para sacarse la ira, para hacer algo. Y todo su cuerpo gritaba que tomara una copa. Vaciló, luchando contra el impulso de volver y servirse un whisky.
El tono retumbante familiar de la voz de Louis lo detuvo.
Louis y Zayn estaban en el otro extremo del pasillo, fuera de la habitación que debía haber elegido Niall. Harry estudió la silueta de Louis en el pasillo oscuro. Parecía rígido y tenso. Hablaba usando las manos, pero nada del murmullo llegaba a sus oídos.
Maldita sea, Louis. ¿Por qué no podías haber hecho esto más fácil? ¿Por qué tenía que contarle la verdad sobre su misión? ¿Por qué ahora? ¿Por qué no aferrarse a ello como decía que había querido en lugar de romperle el corazón? ¿Por qué tuvo que aceptar la misión? Tendría que haberse puesto firme y decir no.
Harry habría dicho que no, si sus posiciones hubieran sido a la inversa. Eso sí lo sabía. Nunca le habría escondido un secreto tan grande de Louis, no después de esa primera semana en Nueva York. La confianza era todo lo que habían tenido, y Louis la había usado, abusado de ella. Lo único a lo que Louis tenía miedo era a decir no a un conjunto de órdenes.
Louis bajó por el pasillo. Detrás de él, Zayn apoyó la espalda contra la pared y se deslizó hacia abajo para sentarse. Harry suponía que era donde Louis había establecido el campamento también. Justo delante de la puerta de Niall, usando la sombra como cubierta, con una visión directa de la única salida. Se preguntó qué pensaba Niall sobre tener un guardia armado en su puerta, no ser de confianza sin un controlador encima de él.
Entonces Harry se dio cuenta de que sabía exactamente cómo se sentía Niall.
Louis se detuvo frente a Harry, ambos de pie en la puerta de la habitación que Louis había ocupado una vez. Harry apretó los dientes cuando se encontró con sus ojos.
—¿Quieres hablar? —Preguntó Louis—. ¿O todavía estás enfadado conmigo?
—¿No crees que merezco estar enfadado un poco más?
Los ojos de Louis buscaron el rostro de Harry, entonces entró en la habitación. Se quitó los zapatos, tiró de la camiseta sobre su cabeza y la arrojó a la mesa.
Harry le siguió, cerrando la puerta detrás de sí. Se aseguró de cerrarla.
—¿En serio vas a dejar las cosas así? —Dijo Harry, el tono bajo. Estaban en la habitación con las páginas pegadas a las paredes. Tenía confianza en el trabajo de Louis, no podían ser escuchados.