Capítulo 4 - El Rincón de los Sentidos

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- Sé cómo te sientes; encerrado en vos mismo. Sientes que la vida ya no tiene sentido - Dijo mientras posaba su mano sobre el hombro de Frank. La mirada de él se mantenía al ras del suelo, en ella se podía ver una tristeza amarga que aún no podía desahogar.

- Ven - Ordenó el alma de aquel hombre.
- ¿A dónde? – Preguntó Frank en un tono de decepción.
- Te llevaré al Rincón de los Sentidos - Dio media vuelta y se adentró en el bosque.

La larga caminata finalizó cuando a la cercanía se podía divisar un estanque con aguas claras. Fácilmente en ellas se podía observar que no había nada más que la profundidad de este.

- En el estanque que ahí dormita, toda la vida del que se asome se verá reflejada en sus aguas - El alma siguió caminando por un páramo que abría paso libre a un área que se encontraba justo al nivel del agua del estanque.

Dos almas de mujeres mayores que se encontraban sentadas en una pequeña banca mantenían una interesante conversación. Al ver que Frank y el alma del señor se detuvieron a la orilla del estanque, ambas callaron y observaron que había un vivo perdido en el bosque.

El hombre hizo un ademán en señal de que se agachara a ver más de cerca el agua. Frank supo a lo que se refería y se acercó lo suficiente para ver con alta claridad su rostro reflejado.

A veces la lógica se queda huérfana, y es entonces cuando encuentra como padres adoptivos a la complicidad y la imaginación. Como por encantamiento apareció mi imagen reflejada en aquellas aguas y mi porpia voz comenzó a contar la historia de los dos últimos años de mi vida.

- A nadie le gustan mis canciones, pocos son los que quieren escucharla. Siento que mi esfuerzo de cada día se va... 
- ¿Pero sabes qué? A mí me encanta tu música -  Acercó Beatriz su mano al brazo de él - Todo lo que escribis y compones me hace tan bien.
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Frank prendió la máquina de afeitar, observó su reflejo en el espejo y la pasó sobre su barba una y otra vez. Poco a poco esta iba desapareciendo, dejando ver que esa parte de su piel era más clara en comparación a el resto de su rostro.
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Había olvidado aquel momento. La cara de horror era de esperarse.

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Frank esperaba recargado sobre una palmera. Sus fachas ya no eran las misma, ahora vestía una chamarra café, un pantalón de vestir y su cabello cuidadosamente peinado. Al verle, Beatriz se asombró por lo que estaba presenciando. Caminó más rápido y tocó la barbilla de Frank.

- ¿Qué te pasó? - Dijo mientras pasaba suavemente su mano, sintiendo en el rostro de Frank.
- Es que... quiero cambiar, quiero intentar ser mejor...
- Pero si no es necesario, si lo que importa está acá - Ella posó su mano sobre el pecho de él. - Mira, te voy a dar esto, te va a ayudar mucho - Acercó sus manos a su cuello y se quitó cuidadosamente el rosario con el que siempre cargaba, lo tomó con ambas manos y se lo dio a Frank, quien lo recibió con gran asombro.
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Frank quitó los ojos del estanque y tomó con la mano derecha el rosario que colgaba de su cuello. Observó por unos segundos y regresó su mirada al estanque.

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- Te amo - Dijo Beatriz, seguido de esto, un golpe seco se escuchó por toda la calle.
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Su respiración se aceleró, las lágrimas parecían asomarse por sus ojos, sus labios bajaron e hicieron una mueca de gran tristeza. Pudo ver por última vez su reflejo en el agua, pero ahora este le hablaba.

Soy músico desde hace casi veinte años. La música es el único sitio que tenemos los soñadores para escondernos de nosotros mismos. Cuando hace mucho frío en el Alma, la música me abriga de las derrotas y espanta los fantasmas de mis fracasos. Pero hay heridas que ni el tiempo puede coser con el hilo del olvido, esas heridas que se quedan abiertas y sangrando recuerdos de un amor a la fuga. Por fin he aceptado la derrota. Me he inventado un flotador hecho de
recuerdos e hinchado con el aliento de sus últimos besos para no volverme a hundir. Y si alguna vez se pincha con algún espino, un mal gesto o la nostalgia me invade y lo desinfla, me asiré al recuerdo de sus labios rojos y al sabor de sus "Te Quiero", y pocos serán los ahogados con una sonrisa tan dulce en el rostro como yo. Intenté llenar el vacío de sus abrazos con gramos de ira, con gramos de olvido. Y ahora que sé que el resto de mi vida cargaré con su odio en mi mochila, sólo tengo ganas de cantar, de vivir y de volver a amar...  

El Rincón de los Sentidos - Mägo de Oz (Min. 0:00)  

 Hace algún tiempo que yo 
naufragué
entre la playa de su juventud
a la deriva se me hundió un amor
y mi vida se encalló


Hace ya tiempo que emborraché
todos los versos que un día canté
con el aliento que da una mujer
que ya no volverá


Hice inventario de lo que perdí
eché las cuentas de lo que invertí
años de lucha, noches sin dormir 
y ahora soy músico y te tengo a ti


Quiero cantar quiero gritar
quiero vivir en libertad
quiero morir cerca de ti 
quiero encontrar lo que perdí


Por las esquinas de alguna canción
vende su alma a veces la ilusión
pero jamás la mía venderé
rockero moriré

Abrigo derrotas y les doy calor
con una rima que cosí a mi voz
maquillo nostalgias y les doy color
con pentagramas que pinté

Quiero cantar quiero gritar
quiero vivir en libertad
quiero morir cerca de ti 
quiero encontrar lo que perdí

Quiero cantar quiero gritar
para que entiendas que yo fui
solo un juglar que se escondió
entre canciones y una voz  

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⏰ Última actualización: Feb 02, 2018 ⏰

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La Ciudad de los Árboles (Ópera rock) - Mägo de OzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora