Capítulo 1 - El Espíritu del Bosque (Intro)

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Aunque ya ha pasado mucho tiempo, y he visto morir muchas lunas y nacer otros tantos soles, aún recuerdo como si fuera ayer, la noche en la que un joven visitó este mágico lugar, y su vida dio un giro tan grande, que desde entonces, ya nada fue igual para él...

La puerta de la sala se cerró cuidadosamente, mientras Beatriz dejaba asomar su mano haciendo una señal de despedida.

- ¿Otra vez con ese fracasado? - Preguntó su padre con un tono de molestia, quien parecía esperar su llegada.

- No es un fracasado, hace lo que puede y yo lo amo así, ya te lo dije - Contestó Beatriz.

- Ya no eres como eras antes. Tu vida al lado de este tipo está perdida. Olvidate de todas esas boludeces de rock y de más. ¿Te parece que vas a tener una mejor vida con este tipo? No vale la pena - Reclamó.

- No sabes lo que vale la pena, nunca lo supiste - Apuntó Beatriz dejando ver lo molesta que ya se encontraba.

- No me hables así. Algún día abrirás los ojos, y te separarás de ese vago y de todo lo que decís que te hace feliz - Su padre de inmediato se dio cuenta de lo que había dicho, y de lo que había hecho sentir a Beatriz.

- Nada podrá separarnos - Terminó Beatriz mientras se alejaba a su habitación.

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El insomnio era uno de los tantos padecimientos que había de soportar desde hacía ya varios meses. Sólo podía conciliar el sueño unos cuantos minutos para después ser despertado abruptamente por un sonido y un fuerte dolor de cabeza.

Volteó a donde se encontraba su buró, ahí pudo ver una pequeña fotografía y sobre ella, un rosario que hace poco Beatriz le había regalado. Tomó el rosario y lo acercó a sus ojos para poderlo ver más detalladamente, entonces recordó aquel momento.

- Me gustaría que algún día me acompañes a la iglesia - Mencionó Beatriz mientras tomaba el brazo de Frank.

- Pero ya te dije que sólo creo en mi libertad - Contestó Frank intentando de evadir la mirada de su amada.

- Pero si quieres ser libre, siempre lo serás - Añadió Beatriz mientras acercaba su mano derecha para tomar la mano izquierda de Frank.

Frank miró nuevamente el rosario, y tomándolo ahora con ambas manos, colocó cuidadosamente el regalo en su cuello. Aunque éste no representara un objeto religioso para él, era un regalo muy preciado.

Abrió la llave del lavamanos para poder lavarse el rostro y mojar su cabello. Pudo entonces ver su reflejo borroso en el espejo sucio que hacía mucho no usaba. Tomó un poco de gel para el cabello dejándolo pasar a los lados de todo su cabello para ocultar lo largo que este ya se encontraba. Sujetó fuertemente con ambas manos el peine, y pasándolo de manera brusca sobre el cabello, intentó peinarse. No estaba funcionando, hoy no sería así. Molesto vio su reflejo por última vez en el espejo, cerró la llave del agua y arrojó contra la pared el peine, que rebotó contra el suelo del baño, provocando un ruido que molestó aún más a Frank. Salió del baño y arrojó la puerta con tal fuerza que se pudo escuchar el ruido del golpe por toda la casa.

Listo ya, con su chaqueta negra, su playera de una banda local, sus jeans negros, sus botas y un poco de rimer negro en los ojos, salió de su habitación. Vio que sobre el comedor se encontraban montones de hojas regadas; algunas eran trabajos, otras escritos que había dejado inconclusos, e inclusive un intento de carta de amor para Beatriz. Con fuerza paso ambos brazos sobre el comedor y tiró todo lo que ahí se encontraba.

Caminó hacia la entrada de su hogar y se dirigió a la calle, sin rumbo fijo.

- Tu padre me odia, tus amigas, todos me odian, todos me ven mal. Fui hecho para estar en soledad - Se detuvo y bajó los brazos

- No digas eso, yo te quiero mucho - Beatriz se detuvo detrás de él y tomó la mano izquierda de Frank con ambas manos para acercarla a su pecho. - Tú me enseñaste un mundo nuevo... Gracias a ti conocí lo que es el amor... Gracias a ti soy feliz - Remarcó sobre todo lo dicho, al mismo tiempo una sonrisa asomó de entre sus labios.

- Pero no... - Frank quitó la mano del pecho de Beatriz, dejándole con ambas manos al aire. Evitó nuevamente la mirada que ella le ofrecía en modo de sinceridad - No puedes estar conmigo. Nunca lo imaginé. Nunca pensé que alguien me amaría. No soy nada. Aunque tú... - Volteó todo su cuerpo en dirección a Beatriz, quien sólo veía al piso de manera triste. Inmediatamente ella notó lo que él hacía y alzó la mirada. - Tú me haces sentir que soy alguien... Sos lo más hermoso que tengo - Frank acercó ambos brazos para tomarle con una mano el rostro, y con la otra la mano derecha de Beatriz.

La caminata de varios minutos había hecho que Frank terminara dando con la entrada a un bosque, pero de esto él no se había percatado. Caminaba entre ramas, arbustos y hojas secas que se amontonaban cuidadosamente. La furia de Frank se desahogaba con cada tronco o rama que se le cruzase en el camino.

- Nunca amé a nadie como a ti - Dijo mientras sonreía. - Pero siento que te causo muchos problemas, que deberías estar con alguien mejor - De inmediato la sonrisa se borró de su rostro e intentó adelantarse.

- No me importa lo que digan - Dijo mientras sujetaba fuertemente del brazo a Frank, para evitar que se fuese. - Yo sé que detrás de ese disfraz de chico malo se esconde una gran persona. - Sujetó el rostro de él y recargó cuidadosamente su cabeza sobre el pecho de Frank.

Todavía vive arrinconado en los pliegues de mi memoria, el recuerdo de los extraños sucesos que tendrían lugar aquella noche, en la que la magia y lo desconocido, me abrieron las puertas de entre lo real y lo onírico. La idea de tirar la toalla, de renunciar a esta vida que tan mal se había portado conmigo, rondaba por mi mente...

El eco del paso firme de Frank se podía escuchar en el bosque.

La última imagen de la que soy capaz de recordar es la de haberme acurrucado junto al tronco de un árbol, luego, la nada...

Las lágrimas escurrían por el rostro de Frank. Agachó la mirada y abrazó fuertemente sus piernas.

No sé exactamente cuánto tiempo transcurrió, pero abrí los ojos alertado por una centellante luz y una voz que parecía provenir del interior del árbol en el que me había quedado dormido...

El Espíritu del boque - Mägo de Oz (0:00)

Soy la magia, soy la luz 
Un instante de eternidad 
La puerta abierta al más allá 
Si duermes me verás
Si has llegado hasta aquí 
Cuídate de morir sin antes dejar 
Terminados todos tus sueños 
La vida es para luchar
Si has llegado hasta aquí 
Cuídate de morir sin antes dejar 
Terminados todos tus sueños 
La vida es para luchar

La Ciudad de los Árboles (Ópera rock) - Mägo de OzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora