❝Ha Sooyoung es una de las chicas más codiciadas en la secundaria, así cómo también es una de las más odiadas y envidiadas. Ya sea por su nivel económico, su belleza y no por último menos importante, su insensibilidad.
De un día a otro ésta comienz...
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Todos los martes Yves siempre se encontraba cerca de su casillero para espiar a la chica de cabello castaño que había estado volviendo mierda su cabeza. Desde hace días no había podido pensar en nada, se distraía con todo y a veces quedaba varada en su propia cabeza. Tanta había sido la desesperación que mandó a una de sus mejores amigas, Jinsoul, a investigar a aquella chica tan extraña.
Había descubierto que su nombre era Kim Jiwoo, estaba en un año menor que ella y su color favorito también era el rojo. Era la ayudante de la presidenta y como lo supo, no destacaba en el salón a menos que fueran sus notas perfectas en todas las asignaturas. Yves estuvo por días tratando de llamar su atención, y una que otra vez se tropezó con ella con la excusa de no haberla visto.
Hoy, iba a sorprenderla en su casillero. Y justamente en este momento ella caminaba en dirección hacia su casillero junto con la carta roja entre sus manos. Yves suspiró cuando la chica se dio la vuelta hacia su casillero para luego introducir la carta allí, quedándose algunos momentos perdida entre sus pensamientos.
━Hey, ¿Qué crees que haces? ¿Uhm? ━La voz de la más alta salió más grave y tosca que antes, la castaña se giró asustada. Yves sintió como miles de espinas se clavaban en su corazón al observar su rostro, parecía como si estuviera un ángel ahora en este mismo momento. Chuu parpadeó varias veces regresando a Yves a la vida.
Chuu intentó correr pero una mano se enroscó en su mejilla ocasionando que su rostro tomara una expresión sorprendida, nunca en su vida pensó que esto pasaría algún día. Yves la observaba duramente aunque esa no fuera su intención, Chuu lentamente quitó la mano de la mayor mientras que un rojizo tono coloreaba sus abultadas mejillas y su perfilada nariz.
Yves quedó en modo pausa cuando los labios de la castaña se posaron en su mejilla rápidamente, pero en su mente todo había parecido haber pasado tan rápido. Cuándo Yves despertó de su ensueño, la castaña ya no estaba, pero su carta sí.
Al día siguiente, Yves no recibió cartas.
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