Capítulo treinta y siete

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🌌Capítulo editado🌌
  《08  ~  11  ~ 20》



Taehyung.

El reloj que colgaba de aquella pared parecía que nunca había funcionado en todo este primer semestre. Me hallaba en una de mis primeras clases de la mañana, los murmullos de los estudiantes y la voz desesperante del docente haciendo que mi pobre cabeza doliera cada vez más.

En estos momentos no tenía los ánimos ni la disposición para escuchar al profesor hablar sobre los temas que abordan la carrera de Terapia ocupacional. Sin duda era una carrera hermosa, pero no tenía las ganas para seguir escuchando. Mi mente siendo encapsulada en una preocupación que no dejaba de existir en mi cabeza. Y entonces experimenté uno de los dolores que me marcarían otra vez en mi vida. El primero había sido la muerte de mi padre, el segundo el accidente de mi hermana y por último, el secuestró de mi bonita.

Ay mi bonita.
Cuanto la extrañaba.

—Kim Taehyung, te necesitó aquí en la clase por favor—habló el profesor. Un señor de no más de cincuenta años. Medio calvo y con esa ropa que parecía sacada de una obra de teatro de los 60's.

—O-oh, discúlpeme Señor Sung.

Fue lo único que me limité a decir.

—¿Te gustaría salir un momento?—sin duda aquella interrogante me había alarmado por un corto momento. El señor interrumpiéndome en seco cuándo iba a darle una respuesta—Estas pálido chico, deberías ir a mojar un poco ese rostro..

Y en verdad me había preocupado un poco con que cara había estado toda la clase de fundamentos psicológicos y socioculturales de la formación de las personas. Porque el Señor Sung en verdad se veía bastante preocupado por como me veía. Le di un pequeño asentamiento de cabeza y tomé mis pertenencias, antes de salir de la sala di una reverencia por educación y me retiré finalmente de allí.

Preocupándome un poco el perder algo de materia cuando estábamos rozando el periodo de pruebas finales. Quizá después me conseguiría los apuntes con Larah, estoy casi seguro de que ella no se negará en prestarme por un tiempo sus tan ordenados cuadernos esta tarde. Por lo que marché en lentitud y calma hacia el lugar que se había vuelto en mi espacio seguro. Y es que a estas alturas lograba comprender cien por ciento porque mi bonita siempre recurría a este lugar en momentos de inseguridades y temores.

Flexione mi rodilla para comenzar a subir los primeros escalones hacía el último piso de este establecimiento. Los alumnos no transcurrían demasiado estos pasillos de la universidad, la mayoría de ellos ni siquiera sabía de su existencia. Por lo que siempre lo encontraría vacío. Y es que quizá me esté contradiciendo, pero muchas veces me hubiera gustado la idea de encontrarme a otra persona ya en ese lugar tan especial, y no hablo de cualquier persona. Siempre alucinaba con la idea de verla allí sentada, con sus piernas al aire y su cuerpo entero sobre la orilla de aquella barandilla de mármol. Sus ojos cerrados y disfrutando del cálido ambiente que te ofrecía este lugar, este pequeño espacio.

Una sonrisa nostálgica se plantó en mis labios. Mis pies deteniéndose frente a la puerta que me abría paso a la azotea, mi mano deteniéndose en el aire a solo unos centímetros de tocar la manilla. La imagen de verla allí dentro jugándome en contra, mis sentimientos revolucionados dentro de mí; su rostro girándose hacia mí, sus ojitos convirtiéndose en una media Luna a causa de su sonrisa, y ella entonces me llamaba con señas, nunca perdiendo el contacto visual entre ambos.

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