Capítulo treinta y cuatro

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🌌Capítulo editado🌌
  《03  ~  11  ~  20》


Mis párpados se encontraban caídos, el sueño cada vez apoderándose más de mí.  Mis ojos veían con admiración como las hojas de los árboles fuera de mi ventana se movían suavemente por la brisa cálida del aire. El firmamento celeste lleno de nubes, un degradé perfecto pintando en el maravilloso lienzo que era el cielo. Eran tan irónico pensar que afuera podría ser un realidad tan bonita de experimentar, en comparación a la verdadera realidad que se estaba pasando entre estas paredes.

Mis manos nuevamente se hallaban atadas, pero está vez no de cada esquina de la cama. Estas reposaban sobre mi vientre, subiendo lenta y vagamente una y otra vez, aún podía sentir el ardor en mis brazos, en mi rostro, y cada parte visible que tenía a los ojos de los demás. El calor que me proporciona su cuerpo a un lado de mi torturándome por dentro, quería que se fuera de mi lado, quería huir de esto, pero lamentablemente no tenía la fuerza suficiente para ponerme de pie y salir lo más rápido que pudiese de aquí. Quería gritarle en la cara lo muy hijo de puta que era, de pedir auxilio, pero la voz no me salía. Me había desconectado del mundo.

Su cuerpo yaciendo de costado, su pecho cargándose sobre mi brazo derecho, sus dedos deslizándose con suavidad por el perfil de mi rostro. Me sentía asqueada, solamente quería que dejara de tocarme de esa manera, que se alejará de mi lado.

—Deja de llorar..—sus palabras hicieron eco en la infinidad de mis pensamientos.

Ni siquiera me molesté en mirarlo a la cara. Mi atención continuando en aquellos hermosos pajaritos que se habían posado frente a la ventana semiabierta. Eran de un color bastante peculiar, uno auténtico.

Los toques en la puerta de abajo llamaron  la atención del hombre. Rápidamente se había despegado de mi lado, poniéndose de pie con la misma rapidez. Y entonces por primera vez me animé a dirigirle la mirada. El llamado a la puerta estando presente aún, siendo un sonido incesante.

—Vuelvo enseguida, no te vayas a ninguna parte Izzy—y más que un simple aviso, de que no tardaría demasiado en deshacerse de la visita insistente en la puerta, se oía más que nada a una amenaza. Pero de todas formas no podría moverme de aquí, ¿A donde podría ir esta vez? Ya lo había intentado una vez, y no me resultó como esperaba, esa siendo la oportunidad en la que todas mis esperanzas se esfumaron.

—N-no puedo moverme de esta cama, imbécil—dije cuando ya se había ido de la habitación. Sus pasos apresurados se escuchaban en las lejanías. Nuevamente todo volviendo a sumirse en un silencio sepulcral. La casa como había dicho anteriormente no es muy grande, siendo el mismo prototipo que la casa de los señores Ahn. Dónde hasta hace unos días estaba descansando tranquilamente.

—¿Qué se le ofrece?—fue lo que escuché. La voz de Marlon siendo la encargada de comenzar con el interrogatorio a la pobre persona que buscaba en la puerta, me había desconcertado un poco enterarme que ese hombre hablaba el Inglés con demasiada fluidez. Como también me había llamado la atención que supiera suministrar perfectamente los remedios que me inyectaba en la intravenosa.

Manejándose a la perfección con las jeringas, y con cada detalle de eso.

—Oh, siento molestarlo joven—era la voz de una mujer, se oía tan dulce, dirigiéndose a él con un inglés bastante fluido—Soy la presidenta de la junta de vecinos aquí en el vecindario y me gustaría hacerle unas cuantas preguntas, nada de que preocuparse, espero que no importunarle con mi presencia..—y fue todo lo que alcance a escuchar de esa charla, siendo lo ultimo oído vagamente ya que por lo que logré comprender que había salido completamente de la casa dejando la puerta cerrada completamente.

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