Capítulo treinta y uno

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🌌Capítulo editado🌌
《20 ~ 10 ~ 20 / Capítulo corto》


Isabella.

Me había despertado.
La cabeza me hormigueaba, mis brazos y piernas los sentía entumecidos. No pude ver inmediatamente, la vista se me hacía cada vez más borrosa concorde abría mis ojos. Fue entonces que cuando amague en levantarme, que una fuerza involuntaria me devolvió a mi lugar, mis brazos no los podía mover, atados a cada extremo de la cama al igual que mis piernas. Intente gritar pero no podía hacerlo, mi voz era obstruida por una tela puesta en mi boca, nadie podía escucharme de esta manera.

Mi pecho subía y bajaba con frenesí.
La luz cegadora del amanecer me dio de lleno en mis ojos, hacía frío. Podía sentir la fría brisa mañanera estremecerme en todo mi cuerpo, el sentimiento que estaba recorriendo cada ruta de mi cuerpo me estaba asustando, mi oído se agudizó y alcancé a escuchar pasos provenientes de fuera de la habitación, demasiado cerca.

Y entonces lo vi.
La puerta de la habitación había sido completamente abierta, dejando a la vista la silueta de un hombre crucial en mi vida. Quién se había encargado de destruirme totalmente y de una manera macabra. Me había hecho perder las esperanzas en la vida, en dejar los anhelos que tenía para mi futuro. Todo eso me lo arrebató de las manos sin más, así, crudamente. En sus manos sostenía una bandeja de plata, en donde claramente se podía ver alimentos y demás cosas, quise huir de allí, quise no mirarlo más y arrinconarme en la esquina de la habitación, pero no podía hacerlo.

Las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas, acumulándose en el viejo trapo que aún seguía entre mis labios.

—Por fin estas en casa..—murmuró bajito. Comenzó a acercarse a mí, eventualmente dejó la bandeja a un lado de la cama, en un pequeño velador anticuado. Se me quedó viendo por varios minutos con suma admiración, podía ver ese brillo en sus ojos, como si la persona frente a él fuera nada más mi nada menos que una magnífica obra de arte. Acercó una de sus manos y delineó mi perfil con la yema de su dedo índice, tan lentamente. Que casi podría confundirlo con una gran tortura.

Comencé a ver el techo.
Suplicando en silencio por una luz que me salvará del infierno que estaba por comenzar, llamando a Kim Taehyung con mis pensamientos, anhelándolo con el corazón, queriendo que él este conmigo, siendo eso lo que más añoraba mi alma.

—No llores—susurró cerca de mí oído—No tienes porqué seguir llorando amor mío, ya estás en casa, a mi lado—podía sentir su aliento chocar en mi mejilla, mis ojos aún puestos en el techo—Sabías que te encontraría, desgraciadamente sabes como soy a la perfección, y nunca falló..

Sus dedos se deslizaron hasta la tela que cubría mis labios.

—¿Te quedarás en silencio?—y por primera vez me atreví a mirarlo a los ojos y es que me seguía pareciendo surreal el que verdaderamente este frente a mí. Eventualmente termine dándole un si a su interrogante, de pronto y muy lentamente la tela se fue retirando de mi boca, al igual que la otra tela que yacía amontonada en una forma de pelota dentro de mí boca.

Mi garganta estaba seca.

—Me alegra tenerte a mi lado otra vez—dijo observándome con admiración, su dedo índice delineando mi labio inferior. Me le quedé viendo perpleja, ida. No sabía como reaccionar correctamente a esto—A que no sabes a quién he conocido hoy...—sonrió indebidamente—A tu nuevo amigo, me hubiera fascinado hablar con él, pero me temo que ni siquiera sabe quien soy, por lo menos no físicamente, solo lo vi por unos efímeros segundos, en los pasillos del hospital, pocos minutos después que se salió de tu habitación, se veía contento.

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