[Capítulo 4]

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Con el tenedor, jugaba con la comida que le habían servido. Aburrido e irritado. Miró de reojo como sus amigos se mantenían con las miradas en sus respectivos platos, igual de aburridos que él. Volvió la mirada y la fijó en las mujeres que estaban hablando cómodamente entre ellas, ignorando el ambiente desabrido. Su madre y las madres de sus amigos se mantenían conversando de cualquier cosa que les llamara su atención. Poniéndose al tanto de lo que les pasaba en su vida cotidiana.

Soltó un suspiro y dirigió su mirada a su padre. No, a los esposos de sus respectivas mujeres. Todos con mirada serias, aguantando lo más que podían el aburrimiento por el bien de sus esposas. No, por su bien. Luego no querían tener que dormir en el sofá.

Se talló con exasperación la cara, cosa que no pasó desapercibido por su amiga Sakura; que se encontraba instalada enfrente de él.

- ¡Aguanta! – Susurró con voz baja. Intentando que su madre y las demás no la escucharan.

- ¡Lo haces sonar fácil! – Se quejó, igual en un susurro. – ¡Ni siquiera Sasuke puede aguantar tanto!

Ante sus palabras, Sakura miró de reojo al nombrado. Esté tenía la cara descompuesta. Llena de irritación y aburrimiento. Como si estuviera a punto de mandar todo al diablo y marcharse sin importarle las consecuencias que tendría después con su madre.

¡El macho!

- ¡Pero dime, y tu esposo te ayuda con eso! – El comentario de la madre de Sakura hacia la madre de Sasuke hizo que todos se tensaran, a excepción por las mujeres de sus respectivas casas.

- ¡Para nada! ¡Todo lo tengo que hacer yo! – Se quejó a viva voz. Causando que Fugaku se tensara en su lugar. Ganándose miradas de lamento de parte de los demás hombres.

Hay, no. Ya iban a empezar. Y tal parece que está vez se iban a linchar a Fugaku.

- ¡El mío tampoco me ayuda! ¡Siempre tengo que ser yo la que me ocupe de los problemas del hogar! Ah, pero si es de la oficina, ni se diga nada ya que estará allá en cuestión de segundos. – Se quejó Mebuki mientras se llevaba una mano a la frente, como si de la nada le fuera a doler.

Kizashi se tensó al igual que Fugaku, recibiendo una sonrisa de sorna de parte de él.

Sakura rió nerviosa al ver que esta vez también se iban a linchar a su padre. Después, volvió la mirada hacia Naruto y se dio cuenta que esté miraba con impaciencia su reloj de mano. Se le hizo extraño, ya que, por lo general, Naruto aguantaba estas cenas que sus madres organizaban una vez al mes. Pero que, curiosamente, esta vez no podía.

Hizo un gesto de duda. Pero decidió pasarlo por alto en esos momentos, ya que estaba más ocupada en ayudar a su padre que pensar en lo que le pasaba a Naruto.

.

Eran casi las 10 de la noche cuando la dichosa cena terminó. Apenas llegó a su casa y se fue directo a su habitación, sin importarle los reclamos que su madre le dio ante el comportamiento que tuvo en la cena.

Llegó a su cuarto y se tumbó boca arriba, viendo el blanco techo de su habitación. Hundido en sus pensamientos.

Todos los sucesos que pasaron en la tarde llegaban a su mente como una cachetada furiosa. Recordándole, amargamente, que había sido uno más en esa cadena de eslabón enfermiza que hacía vista gorda y oídos sordos a lo que pasaba debajo de sus propias narices.

Era tanto su enojo y frustración consigo mismo que tales pensamientos no lo dejaban de atormentar.

Alguien, una vez dijo que: No había peor dolor que el remordimiento. Y ahora, sabía que era cierto. Ahora lo sabía cuándo lo sentía en carne propia.

Opuestos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora