[Capítulo 5]

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Miró horrorizada como ese chico tenía en posesión su mochila y con la otra mano un paquete de harina. Bajó la mirada y ahogó un gemido de horror al ver sus útiles y cuadernos destrozados en el suelo. Volvió a subir la mirada y miró con auténtico terror como el rubio sostenía sus pertenencias con una cara llena de terror y sorpresa.

Apretó con fuerza sus puños, sintiendo una opresión en el pecho que la asfixiaba. Que le oprimía el pecho, causándole dolor. Volvió a bajar la mirada y cerró los ojos, sintiendo como las lágrimas se agrupaban en sus párpados. Pero se negaba a llorar. No lo haría. No le iba a permitir que la viera derrotada. No iba a permitir que viera que sí lograba hacerle daño.

No se iba a derrumbar delante de él.

Alzó la mirada, llena de una determinación que se podía mirar en sus perlados ojos. Caminó con pasos decididos hacia su pupitre bajo la atenta y consternada mirada de Naruto. Llegó con él y de un arrebato de valentía, le quitó de las manos con brusquedad su mochila. Naruto ante eso soltó una pequeña exclamación de sorpresa, pero no dijo nada. No cuando la situación solo apuntaba a un culpable.

Hinata se agachó, posando con suavidad sus rodillas en las frías baldosas, acomodando con una de sus manos su falda de tal manera en que no se vieran de más sus piernas. Frustrada, molesta, triste, cansada, comenzó a tomar sus pertenencias, metiéndolas en su mochila con tanta prisa que algunas cosas se caían ante la poca delicadeza de parte de ella.

— ¡Espera, yo!... — Naruto trató de ayudarla, pero el manotazo que Hinata le dio hizo que se detuviera y la viera pasmado.

Hinata no dijo nada, solo se limitó a verlo con una furia contenida. Mordiendo sus labios con fuerza para evitar llorar. Pero no podía ocultarlo todo. Sus ojos ya se encontraban cristalinos. Dispuestos y listos para comenzar a llorar en cualquier momento. Apartó la mirada de él y volvió a recoger sus cosas. Apresurándose más de lo que ya lo hacía.

Cuando terminó, se levantó y se dio la vuelta, dispuesta a irse. Pero una mano la detuvo. Consternada, giró la mirada y lo vio a él. Mirándola con una mirada cargada de súplica, tomando con fuerza, pero a la misma vez delicadeza su muñeca, impidiendo su marcha.

— ¡Suéltame! — Trató de apartar su mano de un jalón, pero Naruto lo impidió reforzando su agarre.

— ¡Por dios, solo escúchame! — Exclamó Naruto. No de manera brusca ni molesta, solo, suplicante. Causando que Hinata dejara de protestar y lo mirara ofuscada. — ¡No fui yo! ¡Yo no lo hice! ¡Por dios, sé que llego a ser un gran hijo de puta algunas veces, pero creeme que no caería tan bajo para hacerle esto a una chica! — Bufó, desesperado. Se pasó su mano libre sobre sus alborotados cabellos dorados y la miró suplicante. — Cremé, yo no lo hice. — Su tono de voz se volvió suave y dulce. Mostrando una expresión que dejó sin habla a Hinata.

Su rostro mostraba un poema complejo. Sus facciones, gestos, labios y ojos, todos mostraban cada uno algo diferente. Pero sus ojos, ¡Por dios, sus ojos eran hermosos! Nunca en su corta vida había visto unos ojos tan hermosos. De un bello e intenso color zafiro y con unos tonos de color topacio que se esparcían por el contorno de su iris. Que, curiosamente, se le hacían conocidos.

Simplemente preciosos.

Ante sus pensamientos traicioneros, se reprendió a ella misma. No era momento para detenerse a contemplar a las personas. Y menos cuando él era el culpable de tu dolor.

Tragó la saliva que había estado manteniendo retenida y lo miró temerosa.

— E-entonces... ¿Quién fue?

Opuestos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora