[Capítulo 6]

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La campana sonó después de dos horas de clases, causando que la maestra comenzará a tomar sus cosas. Se despidió vagamente y salió del salón; los alumnos comenzaron a tomar sus cosas y salir de manera escandalosa del salón, con el único rumbo de ir a la cafetería y evitar el gélido clima que había afuera.

— ¡Por fin el descanso! —Ino se estiró. Tratando de hacer reaccionar sus miembros adormecidos por las horas en las que había estado sentada—. Ya se me había adormecido el trasero.

— ¿Comeremos en la cafetería? —Inquirió Kiba, ignorando el comentario de la rubia.

— A menos que quieras morir congelado en el patio —Shikamaru se puso de pie. Se llevó ambas manos a los bolsillos del pantalón y comenzó a caminar rumbo a la cafetería. También ignorando el comentario de la rubia.

— Tsk —Ignorando el comentario de Shikamaru, se puso de pie y salió del salón.

Sasuke; imitando a Shikamaru, se puso de pie. Ambas chicas; al ver que el pelinegro se disponía a salir, comenzaron a intentar sacarle un tema de conversación. Soltó un suspiro cargado de aburrimiento; tratando de ignorar las voces de ambas chicas que le resultaban irritantes.

Sin embargo; por pura curiosidad, le echó un vistazo a Hinata que se había mantenido en todo momento refugiada entre sus brazos; callada y quieta, casi como una muñeca sin vida. Alzó una ceja al ver el pequeño cuerpo de la pelinegra... ¿Temblar?

No le dio importancia y se dio la vuelta. No era su problema y no le importaba. Él no era el buen samaritano ni el héroe de brillante armadura que estaba dispuesto a luchar contra todo el mundo para salvar a la chica. No. Eso no existía. Y nunca existió.

Salió del aula ignorando a ambas chicas que venían siguiéndolo desde atrás, tratando de sacarle un tema de conversación. Ni siquiera se detuvo a mirar si Naruto o la pelinegra los seguían desde atrás. Como había dicho, no le importaba.

Él no era ni sería el protagonista de una novela romántica.

Mientras tanto, la mente de Hinata era un completo caos. No sabía cómo había llegado hasta esa situación. ¿Cuándo fue que los amigos del rubio se habían unido? No tenía ni idea. Todo fue tan rápido que no le dio tiempo de procesarlo.

Su cuerpo entró en pánico cuando se vio rodeada de conversaciones ajenas. Se sintió una intrusa cuando se vio rodeada por la charla de ambas chicas. Ambas pedían su opinión o su punto de vista de las cosas que hablaban, aunque no sabía si era porque de verdad les interesara lo que dijera o por simple educación. Fue tanto su estrés mental que terminó por refugiarse por todo el resto de la última clase entre sus brazos. Como si fueran una barricada defensiva. Como si de verdad sus brazos podrían ocultarla del mundo. Como si de verdad fuera su única defensa.

Sabía que había sido de mala educación, lo notó cuando ambas chicas, al darse cuenta de su acción, pararon de hablar y la miraron extrañadas. Lo supo cuando ambas chicas comenzaron a indagar en lo que le sucedía. Lo supo cuando Naruto tuvo que intervenir. Lo supo cuando el ambiente se tensó.

«Soy una cobarde.»  

Lo era y siempre lo supo. Pero solo hasta entonces se dio cuenta de que; en realidad, era débil. Tanto que ni ella misma se dio cuenta que desde hace tiempo su cuerpo había comenzado a temblar.

«Soy una cobarde.»

Lo sabía.

«Son una cobarde.»

Opuestos [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora