UNA VEZ MÁS | FANFIC

2 - Pérdida 💔

- Vélez, tengo que hablar contigo -dice mi jefe con un tono fuerte de voz.

Asiento y me pongo de pie para posteriormente seguirlo hasta su oficina. Él es el primero en sentarse y luego me da una señal para que yo haga igual. Tomo asiento y no digo ni una sola palabra.

-Vélez, es la tercera vez que te llamo a mi despacho -habla mientras mueve entre sus dedos un bolígrafo que posiblemente cueste más que mi traje usual de trabajo.

-Así es, señor.

-Entonces está de más el decirte los motivos -comenta y asiento. -Pues bien, te advertí que de no mejorar tus números tendría que tomar medidas.

-Señor, yo...

-Lamentablemente tengo que ser portador de malas noticias -me interrumpe con cansancio. - Estás despedido, Vélez -dice sin más y solo puedo apretar mis manos en puños por la impotencia.

-No puede hacerme esto -musito, tragando el nudo en la garganta que se me ha formado.

-Claro que puedo, es mi empresa, señor Vélez. Y con mucho pesar por su esposa y su futura hija, tengo que hacerlo. Le di una oportunidad porque el padre de su esposa me lo pidió, sin embargo, no estoy obteniendo resultados de su trabajo.

-Me esfuerzo mucho -arremeto con rabia al escuchar sus palabras. Y tampoco soportaba que me restriegue en la cara que me dio el puesto por puro compromiso con mi suegro.

-Pues no creo que ese esfuerzo sea suficiente -habla tajante. Se pone de pie y deja el bolígrafo ostentoso junto a una carta de despido frente a mí. -No haga esto más tardío. Firme y recoja sus pertenencias cuanto antes, señor Vélez.

Miro el papel frente a mí con lágrimas que amenazan por salir y finalmente firmo cuando me he armado de valor. Me dirijo a mi oficina y recojo lo poco que tengo sobre mi escritorio, entre tantas cosas, una foto mía y de Camila cuando apenas eramos unos adolescentes y eramos mejores amigos. Así como otra del día en que nos casamos.

Las observo unos segundos y siento una amargura dentro de mí inigualable, tanto que simplemente las tiro en el depósito de basura y luego salgo maldiciendo a mi ex jefe de pacotilla entre dientes. Enciendo el auto y conduzco hasta el bar más cercano donde pueda ahogarme en alcohol, llegando a un sitio de mala muerte que en mis cinco sentidos jamás hubiese pisado.

Pero era lo único que necesitaba ahora.